El Partido Aprista ha tenido muchas crisis políticas desde que saltó a la palestra en 1924 como un movimiento de ámbito latinoamericano, y en 1930 ya como partido político en Perú, de la mano de su líder Víctor Raúl Haya de la Torre. Sus más preclaros dirigentes y el propio Haya sufrieron persecución política de diferentes gobiernos militares y dictatoriales, fueron acusados de comunistas, fueron encarcelados y otros terminaron exiliados, y un número indeterminado fue asesinado por defender sus ideas, como los cientos de fusilados en las ruinas de Chan Chan durante el gobierno de Sánchez Cerro, en la llamada revolución de Trujillo. Originalmente el APRA se fundó como un partido de izquierda, luego con el paso del tiempo y debido a diversos sucesos políticos, la organización viró hacia la centroizquierda, la social democracia; pero desde el 2006 cuando Alan García Pérez llegó por segunda vez al poder, el partido tuvo un giro de 180 grados al posicionarse en el lado de la derecha conservadora.
El momento auroral del APRA se produjo en 1985 cuando Alan García, con solo 36 años, ganó por un amplio margen la Presidencia de la República, a su ocasional contendor de la izquierda, Alfonso Barrantes. Era la primera vez en su historia que la Alianza Popular Revolucionaria Americana llegaba al poder, después de varios intentos fallidos. El 2006 la organización tendría su segunda luna de miel con el poder, luego que García alcanzara la Presidencia al vencer al nacionalista Ollanta Humala. Para ese momento el partido de Haya dejaba su postura inicial de izquierda y de centroizquierda para caminar hacia la derecha, porque el exgobernante impulsó políticas conservadoras y neoliberales, tanto en su gobierno como en el partido del era su presidente (Wikipedia).
Se avizoraba la crisis
Sin embargo, los comicios del 2016 evidenciarían la enorme crisis institucional que ya experimentaba dicha agrupación, las enormes grietas estructurales socavadas por sus máximos dirigentes, las eternas pugnas internas por cuotas de poder nunca pudieron ser solucionadas, lo que provocó divisionismos y renuncias. El mismo líder que llevó a la cúspide política al APRA se encargaría de hundirlo, pues en dicho proceso en alianza con Lourdes Flores del PPC pasarían con las justas la valla electoral (5.83%) y solo obtendrían cinco escaños congresales, lo que obligó a García a renunciar a la Presidencia del partido. La debacle estaba a la vista y en el horizonte no aparecía el líder que lance un salvavidas a ese barco que se hundía a paso firme. Las elecciones complementarias al Congreso, de enero de 2021, sería una fuerte estocada para el partido de la estrella, pues por primera vez no tendrían representación en el Parlamento, al haber obtenido un magro 2.72% de la votación.
La estocada final estaba muy cerca. Sin Alan García a la cabeza -se suicidó el 17 de abril de 2019 con un disparo, tras ser intervenido por la policía en el marco de las investigaciones del caso Odebrecht- y sin un comité político nacional cohesionado y unido, el APRA era sinónimo de desorganización, improvisación e incertidumbre. Esto se tradujo posteriormente en el retiro de la plancha presidencial encabezada por Nidia Vílchez, por decisión de la comisión política, para las elecciones del 11 de abril pasado. La excongresista demandó la remoción de los máximos dirigentes, pero su pedido quedó como una exigencia no atendida, porque hoy todo sigue igual. Incluso advirtió que esta crisis política se agudizaría con la pérdida de la inscripción ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE).
Y ello se produjo recientemente con la cancelación de la inscripción del APRA del Registro de Organizaciones Políticas, por no cumplir con los requisitos de ley para mantener su vigencia tras las elecciones generales 2021. El abrupto retiro de la plancha presidencial aprista les pasó la factura de la peor manera. El barco terminó por hundirse totalmente. El presidente de la comisión política, Mauricio Mulder, afirmó que el APRA participará en las elecciones municipales y regionales 2022, previa inscripción, y señaló que con la nueva norma solo requieren de 40 mil firmas para tener asegurado su registro ante el JNE, considerando que actualmente tienen 216,000 militantes inscritos. Una justificación complaciente que no asume responsabilidades ni mea culpas ante reiterados fracasos dirigenciales, que no han sabido llevar de manera inteligente y madura las riendas de uno de los partidos más longevos del país.
Se destruyó un partido con historia
Para el analista político Enrique Castillo, la difícil situación de los partidos tradicionales, que se han visto debilitados frente a la aparición de organizaciones independientes, le ha pasado “una factura muy fuerte al APRA, que mientras Alan García vivía fue disimulada por su presencia política”. (El Comercio- 23/12/2020). En tanto que el excongresista Daniel Robles López precisó que la dirigencia nacional encabezada por Elías Rodríguez Zavaleta ha destruido un partido con historia y organización partidaria, lo que ha ocasionado un enorme daño a la política regional y nacional. “Rodríguez se eligió de mala manera como secretario nacional, apoyado por grupos de poder y por intereses personales”, añadió. (La República- 10-09-2021).
Tras la muerte del expresidente y sin un liderazgo claro, la crisis en el APRA se ha agudizado exponencialmente, con dirigentes seriamente cuestionados que solo pensaron en sus intereses particulares más que en los del partido, y que no han sido capaces de poner orden y dar tranquilidad a su militancia ante tanto escepticismo. Por ello, urge que la agrupación ingrese en un proceso de refundación con nuevos rostros (basta ya de los Mulder, del Castillo, Velásquez, Rodríguez, Quesada) y propuestas políticas innovadoras, que les permita salir del hoyo institucional en que se encuentra. La tarea será bastante ardua y paciente, requerirá del compromiso y responsabilidad de todas las fuerzas vivas apristas, de las bases (militancia), de los comités regionales y provinciales, de los dirigentes nacionales. Pero también de despojarse de intereses subalternos que solo han beneficiado a pequeños grupos, que han terminado entornillándose y se creen los dueños del partido.
Haya de la Torre agradecerá cualquier desprendimiento personal y dejar posiciones sectarias, en aras de reconstruir este viejo partido golpeado desde sus adentros. El APRA no merece un final tan dramático por ambiciones y golpes bajos en su propio seno; por el contrario, por su historia debe resurgir como el ave fénix, porque al tener partidos institucionalizados y fortalecidos, se contribuye a defender nuestra precaria democracia.
(*) Licenciado en Ciencias de la Comunicación.
respuesta de 227344 el 2021-07-16.
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