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EN LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA: Los controles necesarios e imperativos

Escribe: Jorge Chávez Pita (*)
Edición N° 1231

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Desde el martes último, Lambayeque se encuentra en alerta roja, debido al inicio del mega operativo programado por la Contraloría General de la República, mediante el cual el ente contralor tiene previsto reducir el impacto de corrupción en la región, que, como bien sabemos, tiene un protagonismo sustancial en el quehacer cotidiano de la mayoría de  gobiernos locales, como la gobernación regional y sus entidades adscritas a este estamento sub nacional.

Los altos índices de corrupción en el que se encuentra la región Lambayeque han dado motivo para que un contingente de más de 200 profesionales de diferentes especialidades se afinquen en la región por un plazo no menor a los cuatro meses, todo ello con la finalidad de identificar hechos de inconducta funcional que permitan el deslinde de responsabilidades de los funcionarios inmersos en irregularidades en el ámbito administrativo civil y penal, fundamentalmente en lo que concierne al desarrollo de los procesos selectivos que cada entidad convoca para adquirir bienes y contratar servicios, preponderantemente para la ejecución de obras y el manejo presupuestal que esto implica.

El ámbito del seguimiento y la identificación de hechos irregulares por parte del ente contralor tendrá la capacidad investigativa, técnica y administrativa en el ámbito de la sede central del Gobierno Regional de Lambayeque, sus entidades adscritas a ella, como los tres municipios provinciales y los 38 gobiernos distritales, a quienes el gobierno central les asigna los presupuestos necesarios para ejecutar los proyectos de inversión, en su mayoría, de un gran impacto social, los cuales, por no decir la mayoría, no son transparentados y bien utilizados.

Región corrupta

Tal es así que, durante la visita a esta región, el contralor de la República, Nelson Shack, nos dio la triste y denigrante noticia de que Lambayeque es una de las tres regiones con mayor índice de corrupción a nivel nacional. Mejor dicho, somos los abanderados en el acto delincuencial llamado “corrupción”.

El control concurrente que deberán realizar los funcionarios encargados de su ejecución, al margen de ser arduos y efectistas, tendrán que ser desarrollados siguiendo una línea con apego a ley, pero también utilizando un expertis fino y profundo para encontrar el hilo de la madeja del hecho corrupto, ya que como se sabe, el lugar expectante que ocupa la región en actos de corrupción, no solo es ocupado por la cantidad de hechos de corruptela, sino también por la calidad de sus estructura y el impacto que esto ocasiona, es decir, la tarea no será fácil, más aun identificable a ojo de buen cubero.

La corrupción es una mal endémico, sin duda, su línea transversal contamina y se disemina cual virus pandémico, la dificultad para combatirla es casi imposible, pero sí es proclive a ser disminuida, estos es, siempre y cuando el poder y la decisión política gubernamental prevalezca y se sostenga, claro está, otorgándole prerrogativas a quien lo sabe combatir, restituyéndole para tal fin facultades para sancionar y capacidad logística para operar, elementos que ya están en poder de quien ahora persigue el hecho deshonesto y busca reducirlo, para  lo cual es imperativo y necesario que la sociedad civil en su conjunto, y porque no aquellos que conocemos su tránsito malévolo nos comprometamos a seguir sus pasos y poner el atajo preciso en el momento oportuno.

Noticias amargas

Los resultados seguramente los iremos conociendo día a día, sin duda, material basta y sobra para tener noticias frecuentes del hallazgo de gestiones que huelen mal y de actos deshonestos retroactivos, como también los que están en curso y se encuentran consumados, de eso estamos seguros, tiempo hay, tecnicismo y pro actividad seguro que sí, preparemos entonces a recibir, no buenas nueva, sino lo contrario “malas”, ya que de hoy para adelante, por lo menos sabremos cuánto nos robaron, quiénes lo lograron y cuál será el destino de aquel o aquellos que se atrevieron a meter la mano donde no debían y apropiarse de lo que no era suyo.

Dicho todo ello, solo queda decir que las alarmas están encendidas, las circulinas y los ruidos de sirenas en el corto tiempo serán cotidianas, ni qué decir del caminar de borceguís y escaleras en mano al amanecer. Estamos en alerta extrema, no hay duda, el remezón está por darse y el sismo de magnitud gradual como tal, llegará en el momento menos esperado. Dice el refrán: “No hay tiempo que no llegue, ni plazo que no se cumpla”.     

(*) Especialista en Contrataciones del Estado.

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