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AL 2030: OBJETIVOS DE LA POLÍTICA CULTURAL REQUIEREN DE MAYOR PRESUPUESTO

Escribe: Semanario Expresión
Edición N° 1166

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  • La Política Nacional de Cultura parte de la identificación del limitado acceso a los derechos culturales como problema central.
  • Solo el 2.9 % del patrimonio histórico inmueble ha sido saneado física y legalmente.

 

A través del Decreto Supremo N° 009-2020, el gobierno peruano aprobó la Política Nacional de Cultura al 2030, lo cual constituye un hecho histórico al tratarse del primer documento que orientará los lineamientos del Estado en esta cartera, desde su creación en el 2010. Si bien los especialistas consultados por este medio coinciden en su valor e importancia, también hacen hincapié en la necesidad de una dotación mayor de recursos económicos, a fin de cumplir los seis objetivos planteados para los próximos diez años.

 

Estos son: fortalecer la valoración de la diversidad cultural, incrementar la participación de la población en las expresiones artístico - culturales, fortalecer el desarrollo sostenible de las artes e industrias culturales y creativas, fortalecer la valoración del patrimonio cultural, fortalecer la protección y salvaguarda del patrimonio cultural para su uso social, y garantizar la sostenibilidad de la gobernanza cultural.

 

Positivo

Carlos Mendoza Canto, director del Institutito de Cultura de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo – USAT, resalta la importancia de tener un documento con objetivos articulados que responden a una política de Estado y va de la mano con el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico – CEPLAN. Sobre esto, señala que los indicadores serán claves para desarrollar luego planes estratégicos anuales.

“(El documento) tiene una serie de elementos que ayudan a entender todos los actores que participan en la dinámica de la gestión cultural. Va a requerir de un entendimiento pleno, por lo que su socialización es necesaria. Son 249 páginas con muchos cuadros, definiciones, nomenclaturas y acrónimos. Es un trabajo de investigación muy profundo que se constituye en una herramienta valiosa”, destaca.

Por su parte, el director del Museo Arqueológico Nacional Brüning, Carlos Wester La Torre, valora el hecho de que por primera vez se tenga un plan a largo plazo que esté refrendado mediante un decreto supremo y que sea fruto de la concertación de diferentes grupos vinculados con las industrias culturales, siendo el ministerio sectorial el ente rector para dirigir este proceso.

 

Cuestionamientos

No obstante, Wester La Torre lamenta que desde el Ministerio de  Cultura – MINCUL, no se haya convocado al Museo Brüning para ser parte de las mesas de trabajo que se desarrollaron durante la elaboración de este documento, pese a ser una institución que está próxima a cumplir cien años.

En esa línea, la gestora cultural Lady Vinces Cruz señala que – si bien es un documento estructuralmente bien hecho, que recoge lo discutido en las mesas de trabajo – estas no fueron lo suficientemente diversas.

“He participado en tres mesas de trabajo que en realidad más son de diálogo, pues viene el especialista de Lima, te escucha unos días y luego dice lo que se va a realizar. No han sido muy diversas, porque siempre hemos estado los mismos. Yo llegaba y los conocía a todos. Vamos a los mismos eventos. ¿De qué diversidad hablamos entonces? Hay que saltar del discurso a la acción”, manifiesta.

Asimismo, cuestiona que la Política Nacional de Cultura haya sido publicada en plena emergencia sanitaria y sin considerar la realidad de pandemia por la que atraviesa el país, toda vez que en el documento la palabra Covid solo se cita cuatro veces a lo largo de sus casi 250 páginas y es para hacer mención a los mecanismos de amortiguamiento para mitigar los efectos económicos del nuevo coronavirus. A su juicio, hubo premura en que el documento calce con los diez años de creación del MINCUL.

 

Discusión

Por su parte, Mendoza Canto señala como fundamental que el punto de partida del Plan sea la identificación del limitado ejercicio de los derechos culturales de la población como problema central. Para cambiar esto, considera necesario que todo parta del respeto del otro como una cultura propia.

“Quienes hacemos el ejercicio de la gestión cultural no tenemos ningún derecho a la imposición de una cultura a una comunidad que practica otra. Es importante entender la diversidad cultural como un tema de valoración, de pertenencia de una comunidad. Nuestra política de desarrollo tiene que ver con extractivismos, que si bien ayudan a mejorar la economía, no respetan los derechos de las comunidades originarias asentadas en un determinado lugar con derechos previos a la creación de la república”, anota.

Explica que este documento surge como una necesidad para visibilizar la importancia de la cultura para la transformación de la sociedad, así como sus recursos patrimoniales para fomentar el orgullo y el sentido de pertenencia, hechos intrínsecos en el proceso de construcción de ciudadanía. Al respecto, refiere que en esta pandemia el ejercicio ciudadano no ha sido pleno, hecho sobre el cual la cultura podría contribuir a mejorar.

Sobre el Objetivo 2 del Plan, ‘Incrementar la participación de la población en las actividades artístico – culturales’, cuyo indicador de medición es el porcentaje de gasto en los hogares para el consumo de actividades culturales, Lady Vinces señala que es bastante ambicioso, pues hay muchas familias que no cubren siquiera las necesidades básicas, más aún en este contexto de pandemia.

“Cómo le dices a las familias que vayan al teatro o al cine si las necesidades básicas no están cubiertas. Cultura debe sentarse a conversar con otros ministerios para conocer las brechas que existen. Una cartera no opaca a la otra, pero es necesario hallar el mecanismo. Muchas veces las actividades culturales no tienen rentabilidad económica, pero sí social”, aprecia.

Sobre el Objetivo 6, ‘Garantizar la sostenibilidad de la gobernanza cultural’, cuyo lineamiento es fortalecer las capacidades de órganos desconcentrados del MINCUL, Wester La Torre señala que, pese a que con la creación de las unidades ejecutoras ya no hay una dependencia económica total de Lima, las políticas se siguen trazando desde la capital.

“Como parte de los protocolos para reabrir el museo se nos pidió colocar señales en el piso que marquen el distanciamiento de un metro y medio entre las personas. Pensamos en colocar la silueta de una máscara Lambayeque para que haya armonía entre lo expuesto en el complejo y la señalética, pero para hacerlo debemos someterlo a una consulta en la sede local y luego en Lima a ver si lo aprueban. Estamos hablando solamente de una señal en el piso. Nos piden esperar la luz verde, pero nos obligan a pasarnos la roja”, expresa.  

 

Presupuesto

Por otro lado, Carlos Wester hace hincapié en que el documento no precisa el incremento del presupuesto destinado para cultura. Resalta que las soluciones a las problemáticas que afronta el sector pasan en gran medida por la falta de recursos para tener un registro completo del patrimonio (Objetivo 5 del Plan). Refiere que en sus casi 30 años al servicio del MINCUL, solo ha podido registrar una decena de monumentos en la Superintendencia Nacional de Registros Públicos – SUNARP.

Al 2019, de los cinco mil 473 bienes de patrimonio histórico inmueble identificados a nivel nacional, cuatro mil 963 fueron declarados, 261 registrados y solo 142 saneados física y legalmente; es decir, el 2.9 % del total.

Señala que como director del Museo Brüning lleva años pidiendo presupuesto para el proyecto de modernización del complejo con miras al bicentenario y hasta ahora solo han recibido apoyo en la primera etapa de viabilidad, el resto ha sido gestionado con recursos propios. “En septiembre u octubre se aprobará el presupuesto general de la república. Allí veremos cuánto le darán a Cultura”, exclama.

A su turno, Mendoza Canto refiere que si ya hay lineamientos y objetivos priorizados, debe haber también presupuesto para infraestructura cultural, promoción y registro. Señala que la comunidad artística no es exclusiva de quien está en escena (para el caso del teatro), sino que hay todo un universo alrededor conformado por el vestuarista, maquillador, iluminador, boletero, etcétera. Ergo, afirma que las artes generan una dinámica económica que no es cuantificada desde el gobierno central.

En esa línea, expone que el MINCUL debe resolver sobre la marcha la atención a los artistas y gestores culturales afectados durante la pandemia, pues el Plan Nacional de Cultura es posterior a esta y no contempla la situación. En virtud de ello, refiere que la ayuda no debe estar condicionada a un fondo concursal, pues muchos no tienen los recursos ahora para acceder a Internet.

El año pasado se destinaron 25 millones 612 mil 667 soles para estímulos económicos concursales. Se benefició a 862 proyectos, de los cuales 596 pertenecen a Lima y 266 a provincias. 

 

Política

Por otro lado, Mendoza Canto asegura que para desarrollar este Plan se necesita una menor rotación de los ministros que ocupen la cartera de Cultura, los cuales deben ser profesionales que no solo entiendan de gestión cultural, sino sobre el comportamiento de la sociedad, en virtud de lo cual el perfil ideal sería el de un sociólogo o antropólogo.

Desde su creación en septiembre del 2010, el Ministerio de Cultura ha tenido 14 titulares, de los cuales la mitad pertenecen a la gestión del presidente Martín Vizcarra. Durante su administración cada ministro duró un promedio de cuatro meses. 

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