Vamos a volver. Estudiantes, docentes, trabajadores y hasta padres de familia. Esta primera semana de marzo nos encontraremos en la ruta que va a la escuela. Nos reconoceremos con la mirada porque en todo este tiempo nunca dejamos de aprender, porque no hay lección más firme que el dolor. Y el dolor de estos dos años no se podrá olvidar. ¿Qué haremos, entonces, con todo esto que hemos aprendido?
Nos han llenado de listas de útiles que uno no sabe si son individuales o para todo el salón. Se han unificado protocolos, pero no necesariamente los criterios. No sabemos muy bien qué haremos en los recreos, pero tal vez sí en algunos cursos.
Clase de Historia
Acostumbrado a ubicarse en los extremos, el Perú experimenta los sucesos históricos o muy temprano o muy tarde. Abundan los ejemplos. Fuimos el primer país de la región en imponer la cuarentena (y hasta ahora hay varios que no se la creen), seremos de los últimos en abrir las aulas. En muchas regiones del sur, sin embargo, ya se viene trabajando con presencialidad. Incluso con buenos resultados. Ese centralismo pareciera inherente a la historia del Perú, la misma que en vivo y en directo ha transcurrido frente a nosotros durante estos dos últimos años: racismo, poderes fácticos desde las sombras, élites sin liderazgo, concentración de medios. Abra un libro de Historia, cambie los nombres correspondientes y sorpréndase de los resultados.
Clase de Matemática
De pronto empezamos a contar los días y a multiplicar los síntomas. No cuadraban las cifras cuando veíamos que la supuesta subida del pan generaba más indignación que la subida del balón de oxígeno. El dolor subía proporcionalmente a nuestra indignación. Y ya no era cosa solo de adultos. Aquel que dijo que las matemáticas eran difíciles tal vez era un precursor de los fake news que hoy siguen sumando al desconcierto y dividiendo a la gente con intereses que ya no son una incógnita.
Clase de Salud
¿Qué no se dicta ese curso? ¡Pues que se dicte! Que empiecen de una vez a cambiar la currícula. Arrebatémosle a la publicidad la potestad de enseñarnos qué debemos comer. Que la educación física deje de ser un espacio machista solo para jugar al fútbol (y encima jugarlo mal). Que la psicología deje de ser una suma de biografías para fomentar el estudio de la salud mental. Desterremos esa educación que se centra en la competencia. La educadora italiana María Montessori sostenía que la competencia es el principio de cualquier guerra. Miren lo vigente que está su pensamiento, setenta años después de su muerte. Ella siempre creyó en una educación para la paz, cooperativa, solidaria. Si pudiera enseñar el curso de Salud su única lección sería, ¡vacúnate ahora!
Clase de Lenguaje
En tiempos donde lo digital se impone como forma de vida, hablemos de lo humano. Hablemos de qué clase de mundo es este donde al teléfono celular le sobran su primer nombre y la última letra. Hasta parece una extensión de nosotros mismos. Hablemos de las brechas en el acceso a esos llamados “beneficios” de la tecnología. Hay quienes no pueden conocerla, hay quienes no la entienden, hay quienes no podrían vivir sin ella. ¿Cómo podremos entendernos si no hablamos? Profesor, profesora: si vamos a volver a clase no es para monopolizar la palabra. Estudiante: ahora sí nadie va a dudar de que se te escucha bien. Habla. Participa. Ninguna clase merece llamarse así si no hemos dialogado.
Un día de nuestras vidas también fue el primero. Recordemos esa ilusión a la hora del retorno. Ir a la escuela es el derecho humano a buscar la felicidad a través del esfuerzo. Ninguna inteligencia artificial podrá brindar esa experiencia de conocerse a uno mismo. ¿Qué harás, entonces, con todo esto que has aprendido?
(*) Sociólogo y docente universitario.
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