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HOMENAJE A JORGE LAZO ARRASCO: CHOLO DE TOMO Y LOMO

Escribe: Martín Cabrejos Fernández (*)
Edición N° 974

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Las expresiones usadas para calificar a un maestro siempre están relacionadas con su quehacer. El maestro educa viviendo, por lo cual, sus palabras, actos, gestos y pensamientos son la muestra de una interioridad que trasciende en sabiduría y en amor que se derrama. En ese sentido, Jorge Lazo Arrasco es “un verdadero maestro… cultivador del saber superior que inculca el amor a la verdad, como lo más importante en la vida de una persona” (Cervera, 2013).

 

La transmisión de conocimientos es solo una habilidad, en personas como el maestro Jorge Lazo; una de aquellas inteligencias superiores que iluminan la cultura y enaltecen nuestra chiclayanidad. El presente artículo no significa para mí una formalidad, ni mucho menos una serie protocolar de palabras y halagos; sino la inmerecida oportunidad de dar un testimonio a una persona querida a quien con afecto, cercanía y respeto deseo llamar “Mi maestro”.

 

Jorge Lazo, con innegable humildad, se califica como un “cholo de tomo y lomo”. El cholo, según el maestro Lazo, es un ser que no envidia ni se siente disminuido. El cholo es culto, pues culta es la persona caritativa, altruista y tierna; culta es la persona que respeta la justicia y siente y practica la solidaridad social. Es por el cholo que a Chiclayo se le llama Capital de la Amistad, porque una de las características de la verdadera amistad es tenerse fe mutuamente. El cholo es un hombre de fe. Los cholazos de tomo y lomo, aquellos que llegan más alto, los que nos dirigen y lideran, los inteligentes; aquellos que comparten historias de estudio a la luz de una vela o de triunfo después de vencidas pobrezas, pueden dar fe de lo antes dicho. Como buen cholo, Jorge Lazo llegó lejos, llegó alto, no se dejó vencer fácilmente.

 

SU HISTORIA

El 22 de mayo de 1928, nació en Chiclayo. Hijo de Julio César Lazo Suárez, maestro constructor y doña María Luisa Arrasco Challe de Lazo, dedicada y amorosa ama de casa. Sus hermanos son: Víctor (fallecido a la edad de 4 años) Raquel, María Elena, Teresa y Antonia. Cursó sus estudios primarios en el Colegio 221 y los secundarios en el Colegio Nacional de San José. Desarrolló su pedagogía en los colegios "Juan Manuel Yturregui", de Lambayeque; en el Politécnico "Pedro Abel Labarthe", de Chiclayo; en el colegio particular "Chiclayo" que él fundara; en los colegios “Inmaculada" y "María del Socorro", todos estos en Chiclayo; en Lima en las Universidades "Inca Garcilaso de la Vega" de la que es fundador, Rector Vitalicio y Maestro de la Juventud; "Alas Peruanas", Instituto Tecnológico "José Pardo"; Escuela de Periodismo "Jaime Bausate y Meza", Escuela Militar del Ejército; Escuela Técnica del Ejército;  Escuela Superior de Guerra, Escuela de Inteligencia del Ejército; Centro de Altos Estudios Nacionales, así como varias escuelas normales; incluso en el Parlamento, como diputado, fue presidente de la Comisión de Educación.

 

TRES PILARES

Al observar el desarrollo de la vida del maestro Lazo destacan de manera inconfundible tres pilares básicos en torno a los cuales ha hecho girar sus actividades. Estos son: su familia, el servicio público  y la academia.

 

Su familia ocupó siempre el lugar de honor, eso me consta. Contrajo matrimonio con doña Martha Fabiana Manrique de Lazo, a quien calificó como “una mujer santa” y con quien formó una hermosa familia. Sus hijos son: Jorge Manuel, Manuel Antonio de Jesús, Martha María de los Milagros, Julio Fernando Felipe y Roxana Luisa Juanita de Fátima. Tiene además siete nietos y dos bisnietas.

 

Como testimonio de su impecable servicio público y académico ha recibido innumerables reconocimientos, los más destacados son: Doctor Honoris Causa por las  universidades Inca Garcilaso de la Vega; Particular de Chiclayo; Peruana Unión; Alas Peruanas; Enrique Guzmán y Valle – La Cantuta y Mayor de San Marcos; Profesor Honorario de la Escuela de Periodismo Jaime Bausate y Meza y Medalla de la Excelencia Académica dada por la Asamblea Nacional de Rectores.

 

PREMIOS Y RECONOCIMIENTOS

Otras distinciones son: Premio Jorge Polar, máxima distinción que se otorgaba al mejor alumno en el Instituto Pedagógico Nacional de Varones, 1950, actual, Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle, la Cantuta. Primer Premio: medalla de oro, monto en libreta de ahorros y viaje de perfeccionamiento en el extranjero. Estos estudios fueron para optar el título de profesor de Educación Secundaria, en la especialidad de Historia, Geografía y Ciencias Sociales.

 

Lazo Arrasco ostenta la Condecoración del Primer Centenario del Combate de Dos de Mayo, por el Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, y ha sido reconocido como profesor y catedrático honorario y emérito de diversas instituciones como la ex Universidad Nacional de Lambayeque; la Escuela Normal Superior Enrique López Albújar de Ferreñafe;  la Escuela Normal Nazareno de Lima; la Escuela Normal Luis H. Bouroncle de Lima; el Instituto de Niños Excepcionales de Lima y el Instituto Pedagógico Nacional de Lima.

 

Tiene también distinciones y reconocimientos de la desaparecida Universidad Agraria del Norte; de los municipios de Lambayeque, Chiclayo, Puerto Eten, Íllimo, San José, Ciudad Eten, Olmos y Magdalena del Mar.

 

Asimismo, medallas y diplomas de la Universidad de París, de la Universidad de Trieste y de la Universidad del Pueblo de Beijín. Se suman los homenajes y premios del Ejército del Perú por su participación en la elaboración del Sistema Educativo del Ejército – SIEDE; de la Escuela Técnica del Ejército, de la Escuela Militar de Chorrillos, de la Escuela Superior de Guerra, del Instituto de Altos Estudios Policiales, y su incorporación como miembro honorario del Colegio de Periodistas de Lambayeque; de la Asociación Nacional de Escritores y Artistas - ANEA, su distinción como Hijo Predilecto de Chiclayo e incorporación al claustro de diversas universidades del país.

 

Su amor por Chiclayo se expresa en los emocionantes conceptos a través de los cuales nos inspira a recordar que la gracia de nuestra ciudad no radica en conocerla superficialmente, sino en saborear la urdimbre de su imagen. Nos convence al afirmar que en Chiclayo se entrelazan la vida, la tradición, la cultura, la trascendencia, la civilización y la modernidad; pues es un rostro cholo que ha sido surcado desde tiempos milenarios, es un libro abierto escrito por cada uno de sus hijos.

 

Afirma que el chiclayano es el hombre del quehacer y de las manos abiertas y extendidas. Sabe que en su tierra la vida vale la pena ser vivida y que en Chiclayo nadie muere pues, mientras Chiclayo exista, nuestro propio cuerpo será semilla del Dios eterno que perenniza en Chiclayo su Gloria, porque Dios es chiclayano.

 

Predica que Chiclayo es mucho más que una ciudad, es un mito, porque indica la apertura a la trascendencia, ordena la vida social y transmite mensajes de sabiduría que impulsan nuestro esfuerzo interno en cualquier lugar y tiempo.

 

Como lo describe Fernando Savater en el valor de educar: “El hombre llega a serlo a través del aprendizaje”. Pero este aprendizaje humanizador tiene un rasgo distintivo que es lo que más cuenta de él. Si el hombre fuese solamente un animal que aprende, podría bastarle aprender de su propia experiencia y del trato con las cosas, el aprendizaje sería entonces un proceso muy largo que obligaría a cada ser humano a empezar prácticamente desde cero. Porque lo propio del hombre no es tanto el mero aprender como el aprender de otros hombres, ser enseñado por ellos. Nuestro maestro no es el mundo, las cosas, los sucesos naturales, ni siquiera ese conjunto de técnicas y rituales que llamamos cultura sino la vinculación subjetiva con otras conciencias”.

 

HOMBRE DE LETRAS

Su prolífica obra literaria está compuesta por 70 libros publicados entre los años 1959 y 2015. Novelas, obras teatrales, obras históricas, textos pedagógicos, ensayos educativos y políticos, entre otros, son los géneros elegidos.

Entre sus obras destacan: “Anecdotario sanjosefino” (1959);  “Los programas de historia del Perú” (1951), tesis de grado aprobada con Felicitaciones del jurado en la que presenta un enfoque de cómo debe enseñarse la historia del Perú; “Naymlap” (1959), novela sobre la fundación de Lambayeque; “De ayer a hoy” (1960), calendario de efemérides lambayecanas, y “Chalelo el chalado” (1959), cuento premiado por la Asociación Cultural Piurana.

 

Otras publicaciones son: “Costa Norte” (1962), revista literaria de la que fue fundador y director; “Una ‘mesa’ pa’ la Jacinta”, cuento premiado en concurso literario regional del norte; “El Colegio Nacional San José de Chiclayo” (1959), con motivo de su primer centenario; “Textos escolares” (1954); “Más allá de las aulas” (1964); “Diagnóstico de un miedo” (1967), ensayo crítico de la problemática educativa nacional; “Cómo enseñar y cómo aprender” (1969); “Los estudios sociales” (1969); “Los hombres en la Universidad Garcilaso” (1994); “La enseñanza universitaria”, y diversos textos sobre enseñanza, planificación e investigación.

 

Sus últimas publicaciones son: “Escuela sin fracaso” (1975); “Chiclayo: Ciudad símbolo” (2007), “Cómo educar en Internet”; “La humanidad del mar” (2001);  “Nika: el hombre que derrotó al tiempo”, elogio al poeta Nicanor de la fuente Sifuentes en el 106 aniversario de su nacimiento; “Más allá de las aulas” (2009); “Pedagogía universitaria” (2010); “Mi última lección” (Memorias), y  “El post doctorado: Ciencia, Filosofía y Tecnología”.

 

Su testimonio personales la de un maestro de vida cuya pedagogía “no se deja aprisionar entre el engañoso positivismo de técnicas de enseñanza para el aprendizaje inmediato y útil y rehúye limitarse a la superficialidad panda del currículo. Hay un más allá de los arreglos curriculares visibles, tangibles y memorízales que ahonda en los valores”. El maestro Lazo habla en cada gesto, en cada acción; para él, ser buen maestro es un imperativo moral que deriva de una permanente exigencia ética. Habla por el testimonio irreprochable de su vida. Muy bien sabe, que su persona, por encima de su valor intelectual, es semilla y, luego, árbol de vida; algarrobo, faique, sauce de nuestra tierra chiclayana.

 

Los chiclayanos somos originales, nuestras almas viven en el mundo impenetrable de la dualidad. Bebemos en una misma copa o en un "poto de calabaza", la alegría y la amargura. Hacemos música de nuestro llanto y reímos de la música de otro; tomamos en serio los chistes y de todo lo serio hacemos bromas. Tratamos a dios como "el gran cholo" y extrañamos la Iglesia Matriz.

 

Pienso que es por Jorge Lazo que los chiclayanos no renunciamos a nuestras ilusiones. Gracias, maestro, por enseñarnos que ser chiclayano es un estilo de vida, una forma de ser, un sentimiento, un compromiso, una mentalidad.

 

(*) Historiador y docente universitario.

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