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FRANCISCO RELUZ BARTURÉN: "NO SE PUEDE COMBATIR A LA CORRUPCIÓN SIN FORMAR AL CIUDADANO"

Escribe: Semanario Expresión
Edición N° 1020

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Iniciado el mes patrio, en Expresión buscamos al filósofo y docente universitario Francisco Reluz Barturén para analizar la situación del país y conocer su reflexión sobre la crisis de valores que afecta a la sociedad peruana, pero en especial a gran parte de los gobernantes y servidores del Estado, en cuyas manos la ciudadanía ha confiado la tarea de conducir el desarrollo nacional.

 

El país está próximo a cumplir 200 años de vida republicana y esta no es la primera vez que atraviesa una situación crítica en el ejercicio de los valores y el comportamiento ético, sobre todo de los gobernantes. ¿Qué está pasando con el Perú? ¿Cómo podemos explicar este fenómeno?

 

No es una crisis del país. La comprensión ética está desde la antigüedad y podemos decir que la crisis es constante, de la humanidad entera, pero no hay que entenderla en un sentido puramente negativo, sino también positivo.

 

Creo que si entendemos las cosas de manera positiva nos encomendamos mejor. Decía Viktor Frankl que si uno se proyecta no en lo que es, sino en lo que debe ser, irá mejorando. 

 

Lo que debemos hacer entonces es ver esta crisis, que es de la humanidad, como una oportunidad. Crisis es la unión de dos vocablos griegos, uno es “krinein”, que significa “juicio”, y “kairós”, “oportunidad”. Quiere decir que si relacionamos el juicio o la razón con la oportunidad podemos ser creativos a la hora de solucionar los problemas.

 

Lo que no está faltando es reflexión sobre lo que pasa y ver en ello una oportunidad para mejorar.

 

¿Y cómo lograr ello? ¿Hay responsabilidades compartidas que involucran a la familia, a la escuela y a la política?

 

Todas esas variables deben converger en una sola cosa: la formación. Si los políticos no tienen consciencia de la formación que deberían darle a los ciudadanos, qué podemos esperar entonces de los padres de familia. Hay familias que sí lo hacen, pero tienen como contraparte a la sociedad y ahí se genera el problema, y un ejemplo es lo que pasa con la televisión que emite programas distractores o evasores que impiden que se ponga atención en la reflexión.

 

El hombre debe ser formado como ciudadano, y eso es lo que está faltando hoy en día: hay despreocupación por enseñar al hombre a reflexionar, a pensar sobre sus problemas y dar soluciones. Lo que pasa es que a veces pensar sobre los problemas también puede ser riesgoso para los que tienen el poder o buscan mantenerse en él.

 

¿En qué momento empezó a caer la calidad de nuestra clase política y dirigente? ¿Cree también que después del Autogolpe del 5 de abril de 1992?

 

Esto es el resultado del desgaste permanente. Si a una persona se le dice constantemente que es mediocre, que no tiene salvación o que el Perú ya se fregó, obviamente se lo va creer. Se produce lo que los psicopedagogos llaman “programación neurolingüística”.

 

Ese es un problema en el país y cómo nos damos cuenta de eso, pues con las frases célebres que usa la gente cuando dice: “Es corrupto, pero hace obra”, cuando solo debemos aceptar que haga obra y no sea corrupto.

 

Nos han dicho tantas veces que los políticos son corruptos que hemos terminado aceptándolo como algo natural y permisible, e incluso valioso, y ahí está la frase de: “Ah es un ladrón, pero que bien habla”, como ejemplo.

 

¿Nos falta memoria histórica reciente para entender los problemas del país?

 

Ese es otro problema nacional y nos lleva justamente a no pensar en lo que sucede. Si se reflexionara más, si hubiera mayor formación ciudadana, claro que nos daríamos cuenta de nuestros errores y cambiaríamos lo que fuera posible cambiar.

 

La cuestión del país, de caer en los mismos errores políticos, se debe a la falta de reflexión.

 

Desde su óptica como filósofo, educador y padre de familia, ¿hacia dónde estamos yendo como sociedad?

 

Tengo una visión optimista, pero una que no me lleva a cruzarme de brazos, sino a ejecutar. Lo que sí creo es que no estamos haciendo mucho para lograr lo que el país necesita.

 

Creo que son los intelectuales los llamados a ver la problemática con objetividad, pero también con optimismo. Lo que siempre he dicho: ver el vaso medio lleno y no medio vacío.

 

A cuatro años del bicentenario de la República debemos despertar la consciencia ciudadana. Sin embargo, vamos por lo globalizador, cuando deberíamos preocuparnos por crear una consciencia histórica, nacional, sin que llegue a ser chauvinista o territorialista.

 

Necesitamos una consciencia nacional, porque si queremos relacionarnos con los demás países primero debemos conocernos. Miremos el ejemplo. Los países que hoy globalizan el mundo primero se conocieron y fortalecieron sus capacidades y superaron sus limitaciones, y ahí están Alemania, Japón, China y otros países más.

 

La reflexión sobre la problemática del país ya la hicieron grandes peruanos y están como ejemplo Mariátegui, Haya, García Belaunde, Belaunde Terry, Basadre y otros más. ¿Qué pasó? ¿No se les ha hecho caso aún después de muertos?

 

Sin desmerecer a nuestros intelectuales, la tendencia de ellos fue darle más peso al estudio del problema que a la propuesta de solución. Fueron grandes estudiosos del problema y ahí están sus obras: Luis Alberto Sánchez con “Perú: retrato de un país adolescente” y Jorge Basadre, con “Perú, problema y posibilidad”.

 

Y de ahí se han inspirado muchos partidos políticos. Perú Posible, por ejemplo, es “todas las grandes”, en base a Arguedas, y “posibilidad” en base a Basadre.

 

Lo que nos falta es insistir en cuestiones propositivas para el país.

 

Si usted fuera congresista de la República y el 28 de julio le pidieran dar el mensaje a la Nación en vez del presidente, ¿cuál sería su tema central?

 

Amor al Perú por y en educación. Debemos crear un sentimiento de amor patriótico, de convencimiento de que lo que hacemos, por más pequeño que sea, repercute en nuestros hijos, en la sociedad y en el país.

 

Si a nivel micro se es corrupto, cuando se tenga una mayor responsabilidad será peor, porque se amplían las posibilidades al tener mayor ejercicio del poder.

 

Respecto al ejercicio del poder en el gobierno de la familia, de la ciudad y de uno mismo, se puede mejorar mucho por el país. Eso no se logra de la noche a la mañana, es un cambio generacional que creo se viene dando paulatinamente.

 

¿Cómo luchar contra la corrupción en el Perú?

 

A partir de la formación ciudadana. No se puede combatir a la corrupción sin formar al ciudadano, sin empoderarlo en sus funciones. Si en verdad estuviéramos empoderados; es decir, conscientes de nuestros derechos y deberes, podríamos hacerle frente a cualquier autoridad y exigiríamos que cumpla, nos involucraríamos en el desarrollo de la comunidad.

 

Hay pocos, y son los que hoy ponen la cuota de esperanza.

 

¿Qué hacer para que esos pocos no se contaminen entonces?

 

Ser optimistas. Si de antemano pensamos que los que están haciendo las cosas bien tienen un interés subalterno ya no predisponemos a la desconfianza.

 

Debemos apostar por quienes están haciendo su rol, exigir que cumplan lo que dicen y compartir sus ideales. Si eso pasa, seremos mejores.

 

¿Cuál es su mensaje en estas Fiestas Patrias?

 

Mi mensaje es de esfuerzo, esperanza y optimismo. Creo que los peruanos estamos hechos de una fibra resistente y que cada problema nos hace curtidos. Lo que falta es la preparación para que la reciedumbre que nos aquilata como peruanos la pongamos al servicio del país. Somos creativos y alegres, pero esto sin educación nos lleva a la perdición.

 

Francisco Reluz es chiclayano de nacimiento y estudió en las aulas del Colegio Nacional de San José. Se formó en la Universidad Facultad de Teología Pontifica y Civil de Lima, ha estudiado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle – La Cantuta, y ha trabajado en la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Actualmente se desempeña como jefe de Investigación de la Facultad de Humanidades de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo. 

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