Paola Ugaz y Pedro Salinas publicaron el libro “Mitad monje, mitad soldado”, resultado de cinco años de investigación, con el que se ponen en evidencia los abusos sexuales, físicos y psicológicos que habrían cometido los integrantes del Sodalicio de Vida Cristiana contra niños y adolescentes peruanos. Ambos periodistas fueron querellados por difamación agravada por el arzobispo de Piura, José Antonio Eguren, quien luego se desistió del proceso. Empero, Ugaz actualmente enfrente tres denuncias más: una en Piura y dos en Lima, presentadas por personas que estarían vinculadas a dicha organización de la Iglesia Católica.
A su paso por Chiclayo, Paola Ugaz conversó con Expresión y compartió sus reflexiones sobre este caso, ante el cual – asegura – el Estado Peruano se muestra indiferente.
Desde la publicación del caso “Sodalicio”, al igual que Pedro Salinas, ha enfrentado procesos judiciales, situación que encaran actualmente muchos otros periodistas dedicados a la investigación en el país. ¿Se viven tiempos difíciles en el periodismo a nivel nacional?
Lo que está pasando es que han aprendido una metodología, en el Perú, que sí hay un periodista molesta con lo que publica se le presenta una querella o se le empapela una y otra vez. No solo somos Pedro Salinas y yo, esto le ha pasado a Óscar Castilla y Edmundo Cruz, quienes han estado investigando a un acusado por narcotráfico, ‘Eteco’ (Miguel Arévalo Ramírez). Los ha demandado y pedido que se incauten los bienes de Ojo Público. Tanto a ellos como a nosotros nos defiende el Instituto de Defensa Legal – IDL.
Esto pasa también en Cusco, en Arequipa, en Tarapoto. Lo que hacen es responder con demandas para amedrentar, hostigar y frenar el trabajo de investigación. Creo que esa es una forma de violencia contra los periodistas, porque las demandas no tienen ninguna base, pero buscan con eso detenerlos.
Pedro Salinas y yo somos periodistas ‘freelance’ (independientes) y obviamente una demanda es gasto de tiempo, de recursos, de todo.
Y al no tener un medio que los respalde a nivel institucional se genera una situación de mayor vulnerabilidad…
Sí, además de que el tiempo que le dedicábamos a la investigación se hace nulo, pues en nuestro caso debíamos buscar fondos, debido a que los juicios eran en Piura. Yo tengo un juicio todavía en Piura. Los gastos de viaje, el abogado de Piura, representan toda una carga que no teníamos planeada.
La investigación de ‘Mitad monjes, mitad soldados’ empezó en diciembre del 2010, el libro lo publicamos cinco años después y ahora yo estoy haciendo una investigación sobre el tema financiero del Sodalicio. Tengo nueve años investigando a esta organización y si a eso le sumamos los procesos judiciales tanto para mí como para mi familia se genera un desgaste emocional y de todo tipo.
Con Pedro Salinas se enfrenta no solo a una organización de la Iglesia Católica, sino también a un grupo que pertenece a un ala muy poderosa…
Y que tiene relaciones con políticos. Jaime Bertel, que es sacerdote del Sodalicio y quien no figura en nada, pero es quien maneja las finanzas de la organización, era muy cercano al expresidente Alan García.
Además, el Sodalicio tenía muchos vínculos con Fuerza Popular en el Congreso, un exasesor de Fuerza Popular en el Congreso, que dirige un portal difamatorio, me ha querellado. Entonces, el Sodalicio no ha estado presente en la sociedad peruana solo por el aire, sino que ha tenido muchísimas relaciones con las cuales se ha sentido poderoso. Los periodistas que nos hemos comprado esta historia en algún momento nos hemos sentido solos, pero poco a poco también hemos recibido mucha ayuda de organismos como IDL, Amnistía Internacional, el Consejo de la Prensa Peruana, el Instituto Prensa y Sociedad y la Asociación Nacional de Periodistas, que se han solidarizado.
Pusieron el dedo en una llaga muy profunda. El caso ‘Sodalicio’ puede ser la parte más superficial de un problema enorme que arrastra a instituciones poderosas no solo en lo económico, sino que tienen también mucha influencia sobre la Iglesia Católica.
Creo que esa influencia ha bajado muchísimo desde que Juan Luis Cipriani dejó de ser arzobispo de Lima y ahora está el arzobispo Carlos Castillo. La querella que nos interpone el arzobispo de Piura y Tumbes, José Antonio Eguren, hace que la Iglesia Católica en el Perú se separe de ese paso dado por Eguren.
Cuando condenaron a Pedro Salinas en Piura, en abril, la Conferencia Episcopal Peruana, junto a Carlos Castillo, arzobispo de Lima, hizo un comunicado solidarizándose con Pedro Salinas. Yo siento que la iglesia ha cambiado, se ha oxigenado muchísimo y está siguiendo la línea del papa Francisco que ha hecho una conferencia mundial contra la pederastia.
Lo que sí ha quedado claro también es que el Sodalicio, dentro de la Iglesia Católica, se está quedando cada vez más solo. Lo que me impresiona de este caso es que el Estado Peruano no ha hecho nada para defender a las víctimas, el Ministerio de Educación no ha hecho nada con los colegios ni por los alumnos que acuden a estos, el Ministerio de Salud no ha solicitado ni a Pedro ni a mí un informe sobre las víctimas, para saber si necesitan tratamiento psiquiátrico o médico… nada.
El Estado Peruano brilla por su ausencia, solo lo hemos visto cuando nos han querellado. El Estado no piensa en que si soluciona lo que ha pasado en este caso la historia no se va a repetir. Sí me da pena que 19 años después de la primera denuncia contra el Sodalicio, hecha por José Enrique Escardó, el Estado no haya dicho esta boca es mía y eso demuestra en qué grado de vulnerabilidad se encuentran los niños en este país.
¿El caso “Sodalicio” da pie a pensar que otras congregaciones u organizaciones religiosas han incurrido en delitos similares?
Sería muy ligero decirlo. Lo que sí creo es que es en general, cualquier organización cerrada, sea católica, evangélica o de lo que sea, que tiene injerencia en menores de edad puede incurrir en estos casos.
En Irlanda y en Estados Unidos después de grandes denuncias de abusos sexuales a menores de edad, está prohibido que un sacerdote esté a solas con un niño, está prohibido que un profesor esté a solas con un menor de edad. En el Perú, el Estado no ha hecho absolutamente nada para cuidar a los niños sabiendo que hay denuncias de este tipo.
Un profesor o un sacerdote puede estar a solas con un menor de edad en el Perú. Sigue pasando. Mientras no se detengan las causas, los delitos seguirán pasando y eso es lo que me preocupa en este momento.
¿Es esa la reflexión que dejan los nueve años de investigación al Sodalicio, que el Estado se muestra indiferente ante un problema que puede dejar secuelas en las víctimas hasta por 35 o 40 años después?
Sí, es el Estado Peruano el que está en deuda en este caso, porque la Iglesia Católica está haciendo un montón de cosas para no repetir la historia.
¿Qué les queda a los periodistas que tienen que defender su verdad en los tribunales?
Lo que yo siempre he dicho es que nos toca hacer más y mejor periodismo. No me van a detener al publicar el libro que estoy trabajando, por más demandas que me hagan voy a seguir contando historias y no me van a detener.
¿El caso da para más?
Viene el libro sobre el Sodalicio y sus finanzas, así que lo esperen nomás.
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