Existe una creciente preocupación por la educación en todos sus niveles, especialmente por la calidad de la formación que imparten las universidades. Prueba de ello, son las distintas políticas públicas que se vienen implementando para la evaluación y acreditación de las mismas. Sin embargo, ¿serán ellas suficiente para garantizar una mejora real en la gestión educativa?
En el marco del III Congreso Internacional de Evaluación y Acreditación Universitaria, la USAT recibió al profesor Manuel Rodríguez Castro, Director de Gestión de la Calidad de la Universidad Cayetano Heredia, quien compartió su amplia experiencia en este campo.
En la actualidad, ¿cuáles son los retos de la educación superior en el Perú?
Es ineludible que necesitamos un mejor sistema para identificar cuáles son las instituciones que brindan calidad a sus estudiantes. Lamentablemente, existió una explosión demográfica de universidades en el país y no hubo un mecanismo de control sobre ellas. El Estado y la sociedad en general deberían tener los mecanismos claros para diferencias a aquellas instituciones confiables de aquellas cuyos objetivos son totalmente ajenos a brindar una buena formación.
¿Las políticas públicas implementadas lograrán enfrentar este reto?
Los sistemas de evaluación y acreditación son mecanismos para ayudar a establecer el nivel de calidad de una institución, no son los únicos pero deben de hacerse. Lo que se implementó en un principio, no funcionó debido a problemas inherentes al diseño y al modelo de evaluación, ocasionando su desactivación. La nueva ley universitaria, por otro lado, muestra una mejor intencionalidad de subsanar el déficit de calidad que ocurre actualmente.
¿Cómo lo lograrán?
Bueno, la ley universitaria da las pautas pero no es la garantía. No creo que nada se pueda revertir con leyes, ellas pueden establecer los lineamientos pero el proceder dependerá de otras instancias. Yo creo que se tiene que restructurar el sistema de acreditación. Este sería un punto de partida para implementar mecanismos que contribuyan a consolidar a aquellas universidades como buenas oportunidades para que se formen nuestros jóvenes e, identificar a aquellas que no reúnen las condiciones para ello.
¿Existe una buena disposición en general para afrontar estos procesos?
Creo que sí pero lo que sucede es que, muchas veces, no se entiende el verdadero fin. Podemos caer en el facilismo de decir “necesito un papel hoy para mañana publicarlo y lograr más matrículas”. En realidad debemos lograr que las universidades mejoren permanentemente, es decir, que las cosas que hacen ahora las hagan mejor mañana y continúe así en el futuro, que sea sostenido. En la propia institución debería de existir una dependencia encargada de la autoevaluación, sin necesidad que venga alguien externo a exigirlo.
¿Qué departamentos deberían estar involucrados en ello?
Las direcciones de autoevaluación y acreditación, por ejemplo. En mi experiencia, el área que tengo a cargo llevaba esa denominación pero luego cambió a Dirección de la Gestión de Calidad, porque creemos que nuestro trabajo debe ir más allá, mejorando todo no solo con fines de acreditación.
¿Cuáles serían los pasos a seguir y cuáles las principales herramientas?
En primer lugar, todos dentro de la institución deberán entender que este proceso no es responsabilidad de un único departamento. Todos están comprometidos, desde un alumno hasta la más alta autoridad. Para ello es básico que exista una cultura de la calidad, que se entienda que los mecanismos aplicados no son para criticar el trabajo sino para mejorarlo.
¿Cuál podría ser el perfil del profesional encargado de dirigir esta gestión?
No hay un profesional con un perfil definido para esto. El único requisito que tendría que cumplir sería que conozca la realidad universitaria. Obviamente, serán muy bienvenidos los ingenieros industriales y los educadores, entre otros. Por ejemplo, en mi caso que soy médico cirujano, también llevo muchos años en la docencia universitaria y, por ende, conozco bien la universidad. Yo no podría ser miembro de un comité de esta naturaleza si no conociera el funcionamiento de una universidad y si no conociera esta en particular.
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