Por los años 20, del siglo pasado, a un señor de apellido Sutton, se le ocurrió una gran irrigación en el norte del Perú que bañara las pampas desiertas para darle vida a miles de productos no primarios y que sean la base del consumo humano nacional y mundial.
Charles Sutton, que por algo se le denomina el padre de las irrigaciones en el Perú, junto al entonces presidente lambayecano, Augusto B. Leguía, ya soñaban con el proyecto olmos y, 80 años después, el sueño de ambos señores se hizo realidad, con cuestionamientos, claro está. Pero se realizó con el trabajo de distintas personas.
Es por eso que una idea, por sí sola, no tiene pies ni cabeza, al contrario, necesita del esfuerzo de muchos para darle vida. Y así fue.
Esta idea, el del Proyecto Olmos, fue un primer sendero para la vida económica de Lambayeque, pero, los productos por sí solos no se pueden trasladar de un lugar a otro, por ello, se tiene que buscar un nuevo camino u otro sendero.
El primer sendero fue la creación del Proyecto Olmos, que es el traslado de las aguas, por la cordillera de los andes, de un departamento a otro, para la irrigación de las tierras de olmos donde los pobladores y los empresarios se verían beneficiados con la producción y venta de sus productos en el mercado nacional e internacional. Todo desde Lambayeque.
Muchos gobiernos, desde Leguía, prometieron realizar la obra, pero por cuestiones políticas y presupuestales, la obra siempre se dejó en stand by, hasta que en el presente siglo tuvo una luz al final del túnel, paradójicamente.
La obra es considerada como un megaproyecto de la humanidad y fue lo mejor que en ingeniería se ha hecho en nuestro país.
La construcción ha movido miles de trabajos directos e indirectos y la obra, cuando se concluya, moverá millones para la economía local y nacional. Puestos directos e indirectos se tendrá durante toda la vida del proyecto que será eje de la exportación no primaria en el Perú.
Y como no hay primera sin segunda se piensa ampliar el proyecto para duplicar la producción y por ende las ganancias. Muy ambicioso e interesante.
Siempre existen los peros en esta vida, y es que, al tener la producción de alimentos de primera necesidad o productos no primarios dentro de la economía se tiene que saber por dónde y cómo se pondrán en el mercado internacional.
Y ahí viene el otro sendero de la economía lambayecana porque debemos tener, y el recurso está aquí, un lugar por donde exportar nuestros productos bandera.
Sería muy gracioso que estando en la costa norte del Perú y bañándonos en el Océano Pacifico no tengamos un puerto por donde exportar nuestros productos y estar yendo a otros puertos lejanos para poder posicionar nuestros productos en el mundo. Sí que sería o es muy gracioso.
Al tener un puerto reducimos costos y tiempo a los productores y empresarios, se ofrecerían miles de puestos directos e indirectos, bajaríamos el subempleo en Lambayeque, reduciríamos la informalidad, aumentaríamos el empleo, bajaríamos la pobreza, dinamizaríamos y diversificaríamos la económica local y nacional. No es cosa pequeña tener un puerto.
El lugar ya está, el puerto de Eten, en el distrito de Puerto Eten, lo que falta es decisión y voluntad de las autoridades y todos los lambayecanos para hacer realidad un segundo anhelo lambayecanos y podamos sacar, no en 80 años, el puerto de Eten, para poder posicionar nuestra naturaleza en otros países del mundo.
Lambayeque tiene que alimentar al mundo con sus productos de calidad y es por aquí donde tienen que salir, beneficiándose, otros departamentos para la salida de sus productos.
Hoy en día Lambayeque es un departamento al paso porque la producción agrícola pasa para el puerto de Paita o para el puerto de Salaverry. Y eso tiene que cambiar no para competir, al contrario, para hacer crecer la economía nacional y tener más opciones por donde desembarcar nuestros productos. Así de sencilla es la cosa.
Existe una entidad autónoma que es la Autoridad Portuaria pero no es suficiente para sacar adelante el proyecto sino existe la Cámara de Comercio y Producción de Lambayeque, los colegios profesionales, la organización civil, los gobiernos distritales y las universidades para que presionen, desde la sociedad, a los políticos de turno para que cumplan su trabajo.
En el caso de las universidades que cuentan con la carrera de negocios internacionales sería genial que el puerto se haga realidad, pues, los estudiantes y egresados tendrían un mercado fijo para poder ejercer su carrera y no terminar en una entidad bancaria como subempleados en la economía local. A ponerse las pilas.
El tema del puerto no es nuevo pero la voluntad y las ganas sí lo son porque ese es el motor para conseguir que nuestra economía se beneficie en su conjunto y ya nos estamos moviendo para lograr que este proyecto se haga realidad y nuestra economía local se diversifique y seamos felices todos.
El puerto de Eten sería una realidad gracias al esfuerzo de todos los lambayecanos.
(*) Economista.
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