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RECUPERACIÓN ES LENTA: INFRAESTRUCTURA DAÑADA POR EL NIÑO SIGUE PERJUDICANDO A AGROEXPORTADORES

Escribe: Semanario Expresión
Edición N° 1048

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Más del 90 % de las exportaciones de Lambayeque se sustentan en productos agrícolas, por lo que el impacto de El Niño Costero 2017 fue notorio en los volúmenes de comercialización al exterior. Solo el café representa el 54 % de las exportaciones del departamento.

 

Carlos Querevalú Morante, director del Instituto Peruano de Comercio y Negocios Internacionales – IPCNI, explica que otros productos que fueron afectados directamente por el fenómeno climático del verano pasado son la uva, el mango, las paltas, los capsicum y subproductos de los cultivos tradicionales como el jugo de maracuyá y el aceite de limón.

 

“Que el sector exportador de Lambayeque sea principalmente agrícola es una característica que lo hace muy sensible a los fenómenos naturales. Para nadie es novedad que hemos pasado por un fuerte Niño Costero que prácticamente inhabilitó a todo el sector, empezando por la logística para el traslado de los insumos, la materia prima y los productos terminados hacia las zonas de embarque, hasta las condiciones de clima y humedad que afectaron a cultivos muy sensibles al agua como es el caso de la palta Hass y los pimientos”, explica.

 

El exgerente de la Asociación Macrorecional de Exportadores – AMPEX, refiere que la a partir del último trimestre del año pasado se inició un ligero proceso de recuperación de los envíos al exterior desde Lambayeque en cuanto al valor más que en volúmenes.

 

VÍAS DAÑADAS

Sin embargo, refirió que la problemática para el sector sigue siendo alta en la medida que las vías de comunicación no se han mejorado después de ocurrido El Niño Costero, complicando el traslado de los agroexportables hacia el puerto de Paita, que es actualmente la principal puesta de salida de los productos locales.

 

“La infraestructura tiene gran importancia para desarrollar logística de exportación y la situación actual es alarmante. Estamos próximos a iniciar el período de lluvias y hasta el momento no se ha hecho absolutamente nada para recuperar las carreteras que fueron dañadas por el fenómeno anterior, a pesar de haber presupuesto. Se percibe descuido y lentitud en el manejo de los recursos para mejorar la infraestructura que ayude al sector exportación y a toda la población en general”, menciona.

 

El también directivo de la Cámara de Comercio y Producción de Lambayeque sostiene que el sector agroexportador, a diferencia de otros sectores productivos, es el que más mano de obra demanda en el país, aspecto que también se ve afectado si es que no existen las condiciones de infraestructura adecuadas.

 

Además, las deficiencias logísticas restan competitividad en los costos y deterioros en los productos.

 

“Al ser productos perecibles son muy sensibles a la manipulación y si tenemos carreteras en pésimas condiciones se generan sobrecostos, principalmente en combustibles, y pérdidas en los productos. Las frutas, por ejemplo, se maltratan enormemente en las travesías que se siguen desde los centros de producción hasta el puerto de Paita. El resultado final es menor competitividad en comparación a otros países y continentes con quienes nos disputamos la preferencia en el mercado exterior”, señala.

 

Tanto el IPCNI como la cámara de comercio trabajan en la formulación de un estudio sobre el impacto económico real que tiene hasta el momento el lento proceso de reconstrucción en Lambayeque.

 

“La respuesta del Estado es muy deficiente y muy lenta para rehabilitar la infraestructura afectada. Tener carreteras en condiciones adecuadas es indispensable para recuperar el volumen, valor y los niveles de competitividad que se tenían previos al Niño Costero”, anota.

 

LOS DESMEDROS Y LA SUNAT

Pero los efectos del fenómeno climático del 2017 no son los únicos que afectan directamente al sector exportador. Existen otras necesidades o demandas no atendidas hasta el momento por el Estado, como la reducción de los impuestos por los desmedros (pérdidas de productos) que se presentan con los agroexportables.

 

Pese a los reiterados pedidos de los gremios de exportadores, la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria – SUNAT, no ha acogido hasta el momento las propuestas existentes para que se calcule con mayor precisión los impuestos que el Estado debe cobrar.

 

“Ese es un tema que afecta a gran parte de los exportadores en Lambayeque. Falta la instalación de una mesa técnica que evalúe la problemática acorde a la naturaleza y realidad de cada región. A veces nos ha tocado, y lo digo con el mayor respeto, auditores o funcionarios de la SUNAT que desconocen los procesos y la naturaleza de los productos con los que trabajamos. Por esta razón, consideran una merma o un desperdicio como un activo valorizado, lo que nos genera un enorme problema. A veces, resulta más conveniente regalar el producto que venderlo. Los auditores le ponen un valor residual a la merma y eso afecta tributariamente al sector”, detalla Querevalú Morante.

 

Añade que no se ha dado ningún avance significativo en la revisión de lo requerido por exportadores, como tampoco ningún acercamiento entre el ente recaudador y los gremios que posibiliten avanzar en la mejora de la captación de impuestos liberando a los desmedros por ser – en lo real – pérdidas para las empresas.

 

“Ellos (SUNAT) tienen que entender la manera en la que se manejan los productos de exportación. Cuando llega un auditor evidencia desconocer los procesos productivos, de mermas y pérdidas. Por ejemplo, no conocen qué es la merma por humedad, desconocen que hay productos que adquieren humedad del ambiente y, por lo tanto, ya no pueden comercializarse. No es que queramos jugarle mal a la autoridad tributaria, sino que se trata de situaciones normales que se presentan en el sector. La SUNAT debería facilitar el acercamiento para que se regule la presión tributaria, porque esta tiene una fuerte incidencia en la economía. El año pasado, encima de El Niño, la carga tributaria nos jugó en contra”, asevera.

 

“Esto afecta a la competitividad y la formalidad”, agrega Carlos Querevalú, comentando que en otros países los sectores sensibles como el exportador cuentan con protección estatal. En el Perú – por el contrario – “se aplica una severa presión tributaria”.

 

PRIMEROS APORTES

Sobre el Proyecto Olmos, el director del IPCNI refiere que aún no se perciben en su real magnitud las potencialidades de la irrigación y puesta en producción de las 20 mil hectáreas instaladas por las empresas que adquirieron los lotes en el Valle Nuevo.

 

Explica que si bien los volúmenes y valores de exportación procedentes de Olmos no son todavía los esperados, sí existe un creciente beneficio económico para el departamento por la generación de empleos directos e indirectos, que suman más de 40 mil hasta el momento.

 

“Sin embargo, mi mayor preocupación es la generación de un empleo adecuado y correcto para los jóvenes profesionales, quienes al verse en el desequilibrio que existe entre la oferta y la demanda laboral quedan obligados a aceptar condiciones de trabajo que no están acorde para quienes se ha esforzado durante cinco años en formarse como profesionales. Estamos elaborando un estudio referido a la inserción laboral de nuestros jóvenes”, manifiesta.

 

PEQUEÑOS PRODUCTORES

Añade que en los últimos meses del 2017 la balanza comercial del departamento empezó a mostrar su recuperación, evidenciándose en ella los aportes de la irrigación Olmos respecto a volúmenes de exportables.

 

“Se tiene que tener en cuenta que en los productos de exportación cuando se presenta una alta oferta los precios se reducen considerablemente. Eso está pasando en estos momentos con el mango. El precio por jaba en campo empezó, hace dos semanas, en 22 soles en Lambayeque y el último fin de semana cayó a 16 soles. Lamentablemente la producción de una jaba de mango no baja de 15 soles, por lo que los pequeños productores resultan ser los más perjudicados. La cadena siempre se rompe por el eslabón más débil y es casi improbable que alguno de los otros miembros renuncie a su utilidad pensando en el pequeño productor”, precisa.

 

Finalmente, Carlos Querevalú refiere que un reflejo de la debilidad institucional que existe en Lambayeque, que se ubica en dicho indicador en el puesto 18 de las 24 regiones del país, es la falta de coordinación entre los gremios empresariales y del sector exportador para gestionar mejoras que faciliten su desarrollo y crecimiento.

 

“Cada uno, lamentablemente, quiere construir una isla y eso es malo. En la cámara de comercio tratamos de fortalecer la articulación gremial para evitar la duplicidad de esfuerzos y, por ende, el desperdicio de los recursos que son muy limitados. Tenemos que trabajar juntos y discutir los puntos transversales para hallar una solución conjunta y alcanzar el bienestar, inclusivo y sostenible, de Lambayeque”, concluye.

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