Bajo el carisma de la Orden de los Agustinos Recoletos - OAR, en la Parroquia Nuestra Señora de la Consolación funcionan cinco comunidades juveniles con distintos apostolados. Unas están dedicadas a la realización de retiros y jornadas, otras a las proyecciones sociales y otras a la formación de catequistas. Dentro de estas últimas se encuentra ‘Mártires de Motril’, un grupo de jóvenes que hace 10 años sirven en los distintos niveles de catequesis, aportando en la misión de la Iglesia Católica de llevar el evangelio a todas las personas.
Este grupo de jóvenes adopta el nombre de la comunidad de frailes agustinos recoletos de Motril, ciudad española de la provincia de Granada, que durante la guerra civil española fueron perseguidos por causa de la fe, muriendo ocho de ellos entre el 25 de julio y 15 de agosto de 1936.
INICIOS
Julio Benavente Vera, coordinador de la comunidad, cuenta que el grupo surgió el 13 de diciembre del 2009, a raíz de la inquietud de un puñado de 13 jóvenes que habían realizado su confirmación aquel año en la parroquia y deseaban seguir perseverando.
Apunta que tres catequistas de aquel entonces: Miguel Sánchez Reyes junto a Luis y Cecilia Vásquez Monja, asumieron las riendas de la comunidad con el objetivo de consolidar un grupo de jóvenes que se formen en la doctrina social de la iglesia y pudiesen servir más adelante en los distintos niveles de catequesis de la parroquia a la que pertenecían.
ACTIVIDADES
Benavente Vera refiere que si bien son pocas las personas que perseveran activamente desde el 2009, ya sea por motivos de trabajo, familia o estudios, el grupo ha ido nutriéndose cada año de nuevos jóvenes, lo que ha permitido su permanencia a lo largo de la década.
Explica que además del servicio en las catequesis de iniciación cristiana, primera comunión, perseverancia y confirmación, como grupo han realizado otras actividades, tales como viajes para ver al Papa Francisco: uno en el 2013 a Brasil con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, a Ecuador en el 2015 y a Trujillo el año pasado.
Refiere que también han tenido la oportunidad de apoyar en jornadas y retiros espirituales, realizar proyecciones sociales en diferentes distritos de Lambayeque y participar de los encuentros juveniles que se realizan a nivel diocesano.
TESTIMONIOS
“Todo comenzó en diciembre del 2015. Recién había terminado mi confirmación e integraba una comunidad provisional, después de la cual íbamos a decidir con mi grupo si seguíamos juntos o recalábamos en una ya existente. Había optado por esta última opción, pero el día en que debía presentarme a la comunidad que había elegido me quedé dormido y no asistí. Entonces un amigo mío que ya perseveraba en Mártires me animó a unirme a su comunidad. Recuerdo que llegué justo el 13 de diciembre, fecha en que los chicos celebraban su sexto aniversario. Vi a un grupo de personas que se trataba como una familia, así que decidí quedarme allí”, relata Julio Benavente, quien tenía entonces 19 años.
Cuenta que allí descubrió al servicio como su vocación, pues en cada actividad del grupo estaba presto a ayudar. Fue así que en el 2017 sus hermanos de comunidad lo eligieron como coordinador.
“He pasado muchos momentos con ellos. Destaco de estos el viaje a Trujillo para ver al Papa Francisco, uno a Cajamarca para participar de un encuentro entre diócesis y un retiro interno que realizamos. Para mí Mártires es como mi segunda familia y justo este mes Dios me demostró que elegí el lugar correcto, pues falleció un familiar mío muy cercano y mis hermanos de comunidad estuvieron conmigo en todo momento”, sostiene.
Por su parte, Francesca León Elías cuenta que su experiencia en Mártires de Motril inició en el 2013, tras haber realizado su confirmación el año anterior.
“Esta travesía inició porque mi catequista me inspiró a servir en el área catequética y, ya que era requisito para ello formar parte de una comunidad, decidí ingresar a Mártires que era justo a la cual pertenecía ella. Para mí ser mártir no es solo sentarse a escuchar un tema, son todas las risas y momentos compartidos. Las amanecidas que hemos tenido preparando alguna jornada o un retiro, las ocasiones en las cuales hemos ido a consolar a un hermano triste, las oraciones en cadena que realizamos cada día, etc. Como grupo hemos pasado por momentos difíciles, pero como dicen, dios da batallas a sus mejores guerreros”, sostiene.
Por su parte, José Medina Carrión apunta que su forma de llegar al grupo fue un poco distinta, pues él en un inició perteneció a otra comunidad, gracias a la cual formó parte de la catequesis del 2016, pero tras algunas discrepancias al interior de ella, decidió cambiarse.
“Al inicio fue difícil porque me sentía como el nuevo de la clase, pero poco a poco fui entrando en confianza. Cuando empecé la universidad dejé de asistir, pero recuerdo que mis hermanos siempre me escribían y se preocupaban por mí, lo cual me animó a volver a perseverar. Ser mártir se resume en formar parte de una familia por y para Dios. Aquí aprendí que –como dice Jesús- no hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Estoy convencido que todo lo hecho ha sido para mayor gloria suya”, sentencia.
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