Luis Ayasta Acuña supo que el camino del arte no iba a ser sencillo desde que estaba en el colegio, pues uno de sus pasatiempos favoritos, el hacer caricaturas de sus docentes en la pizarra, le costaba con frecuencia ser expulsado del salón de clases.
“Dibujaba a los profesores y eso hacía que se sintieran incómodos, entonces me sacaban del aula y era allí cuando aprovechaba para practicar, ya que en mi casa no tenía tiempo, dado que mis padres se preocupaban porque primero cumpliese con todas mis tareas”, recuerda.
La vocación por el dibujo y la pintura a Luis Ayasta le nació aproximadamente a los 11 años, cuando observó las primeras exposiciones de cuadros. “Siempre me gustaron mucho los colores, las artes gráficas. Ya tenía un pequeño gusto por el dibujo, pero los colores me llamaban mucho más la atención. Quería ver la armonía entre estos, el conjugarlos, mezclarlos y producir un cuadro que pudiese ser exhibido”, resalta.
FORMACIÓN
El artista relata que su primer profesor de pintura lo tuvo a los 15 años, cuando se inscribió en un taller del entonces Instituto Nacional de Cultura, hoy Dirección Desconcentrada de Cultura de Lambayeque, donde el artista Lorenzo Montalvo Rojas le enseñó las técnicas iniciales.
Posteriormente se trasladaría a Trujillo para estudiar artes plásticas en la Escuela Superior de Bellas Artes de Trujillo, de la que saldría con una especialidad en pintura.
ENSEÑANZA
Ayasta Acuña señala que la falta de oportunidades que existe en Lambayeque para los artistas independientes como él lo obligo a que dicte talleres en algunos colegios, donde conoció su vocación por enseñar y lo potente que pueden ser el dibujo y la pintura como instrumentos a la hora de detectar problemas en los niños.
“A través del dibujo podemos ver si un niño sufre de ‘bullying’. Por ejemplo, si solo grafica animales y no personas, podemos intuir que no se siente augusto con quienes lo rodean. Si le pides que dibuje a sus compañeros del colegio y a algunos los ubica alejados del resto, posiblemente cuando le preguntes por qué los colocó así te diga que no se lleva bien con ellos, lo cual daría algunas luces sobre un posible acoso escolar”, sostiene.
Asimismo, menciona que si un niño dibuja a su familia y a sus padres los pone separados, también podría ser un indicador de un problema al interior de su hogar. En tanto, si a la hora de pintar utiliza colores fuertes como el negro o el azul, ello podría dar atisbos de que no atraviesa por un momento de armonía.
“Trabajamos texturas con los niños para ayudarles a mejorar su psicomotricidad fina, que aprendan a manipular la plastilina, el papel higiénico, papel crepé, algodón, las bolsas plásticas. Ya con los niños un poco más grandes trabajamos lo que es el círculo cromático, colores primarios, secundarios, fríos, cálidos y tratamos que plasmen un poco lo que piensan, pues pueden ser muy tímidos, pero en el cuadro expresan su forma de ver la vida”, revela.
PRODUCCIÓN
Ayasta Acuña, quien dirige el Taller Artístico D’Fausto, señala que ha pintado un promedio de 80 cuadros personales – sin contar los que hace a pedido de sus clientes – los cuales están inspirados en la naturaleza y el nudismo, principalmente resaltando la figura femenina como parte de la belleza natural.
“A la figura femenina la hago surrealista, puedo pintar una mujer con vegetación o con mar y le aplico algunos rasgos de fantasía como alas de mariposa, ángeles, colas de pavo real, etc. También me gusta pintar costumbrismos, paisajes en los que se visualicen embarcaciones de pesca, fogones que remontan a la época en la que se cocinaba a leña, la parte andina, selvática, con sus vestimentas y costumbres”, explica.
Refiere que ha realizado exposiciones colectivas y otras de corte independiente, así como muestras con sus estudiantes de universidad a los que enseña. Además, dicta clases en algunos institutos de moda en los que desarrolla cursos ligados a la figura humana, materia sobre la cual se ha especializado en sus cuadros.
“A futuro me gustaría incursionar de lleno en la pintura. Ahora estoy abocado a la docencia, pero sé que en algunos años ya no tendré la misma vitalidad como la tengo ahora para trabajar con niños y jóvenes, así que espero poder dedicarme a pintar”.
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