Este 2025, la provincia de Chiclayo celebra su 190° aniversario de creación política. Un año que por fin le está guiñando el ojo. Entre roadshows, millones prometidos y turistas que ya no solo buscan ceviche sino cultura viva, el norte peruano se alista para seducir a los inversionistas… y al mundo. Y mientras el viento cálido sigue soplando sobre sus avenidas, la ciudad se atreve a mirar al futuro con renovada esperanza. Un futuro donde la cultura, el turismo y la gastronomía tienen un papel protagónico.
Chiclayo, esta tierra donde la tradición culinaria se funde con la herencia mochica no ha dejado de sorprender. Este año, un nuevo reconocimiento se suma al listado de logros: el portal Eater.com incluyó a Chiclayo entre los 18 mejores destinos gastronómicos del mundo para el 2025. ¿Cómo no rendirse ante un arroz con pato o un espesado? Si hay algo que esta ciudad ha sabido preservar más que sus pistas es su sazón. No es casualidad, ha sabido trascender fronteras y atraer la atención internacional. ¿La razón? La singularidad de su gastronomía, donde el chinguirito, el cabrito y el delicioso dulce típico conocido como King Kong marcan tendencia.
Pero Chiclayo no es solo un festín para el paladar, este año la provincia refuerza su apuesta por el turismo cultural. Durante el Segundo Roadshow de Inversiones en Turismo 2025, la ministra Desilú León anunció una inversión significativa de S/78.9 millones para dos proyectos que marcarán un antes y un después: la ampliación y mejora del Museo Tumbas Reales de Sipán y la restauración del Convento Santa María. Y mientras ella hablaba, seguramente uno no podía evitar pensar: ¿Tanto costaba mirar a Chiclayo con cariño antes? Estos proyectos no solo preservan lo que somos, sino que abren las puertas al mundo para que descubran la riqueza de nuestra historia, nuestra arqueología y nuestras tradiciones.
Potencial turístico y cultural
Porque sí, Chiclayo ha sido siempre un emblema turístico en potencia. Tiene historia, sabor y un pueblo que, aunque a veces no se lo crea, vive sobre un tesoro. Chiclayo no solo es un destino turístico, es un referente cultural. Y sí, los museos están llenos. No de polvo, como algunos creen, sino de visitantes. Más de 31 mil personas, entre nacionales y extranjeros, se acercaron a conocer nuestra herencia cultural, duplicando las cifras del año anterior. Carlos Wester, director de la DDC de Lambayeque, habla con entusiasmo renovado de esta acogida. Es que cuando la cultura se mueve, el turismo aplaude.
Y no podemos hablar de Chiclayo sin mencionar sus festividades. Mientras en otras partes del país las cifras turísticas tambalean, Lambayeque lanzó un ambicioso Calendario Regional de Actividades Turísticas y Religiosas, con más de 50 eventos programados a lo largo del año, Lambayeque ha apostado por su diversidad cultural como una de sus mayores fortalezas. En tiempos donde el turismo de masas parece centrarse en destinos más explotados, Lambayeque ha decidido seguir un camino propio, uno que celebra la autenticidad y la diversidad.
Las autoridades de San Martín incluso eligieron a Chiclayo para organizar su rueda de negocios turística. ¿Será que nos ven con otros ojos? Esto no es poca cosa: cuando tu ciudad es elegida por otra región para mostrar su oferta turística, quiere decir que algo estás haciendo bien. Es una muestra de que Chiclayo no solo se destaca por su cultura, sino también por su capacidad de generar alianzas estratégicas que potencien su crecimiento económico y turístico. Este tipo de iniciativas nos recuerda que la provincia, aunque se ha enfrentado a desafíos, no se detiene. Es una ciudad que se reinventa, que se adapta y que sabe aprovechar las oportunidades.
Conocer, cuidar y promover
Claro, aún hay huecos literal y figuradamente en el camino. Claro está, nada está exento de retos. La infraestructura sigue siendo un tema pendiente, y algunos espacios como el Paseo Yortuque siguen teniendo problemas de mantenimiento. Un paseo que narra la historia lambayecana con murales y esculturas, mientras los residuos sólidos hacen de extras no invitados. ¿De qué sirve atraer turistas si al llegar encuentran veredas rotas o basura disfrazada de decoración? Sin embargo, estos detalles no deben empañar el panorama. En lugar de verlos como obstáculos insuperables, los retos deben ser entendidos como áreas de mejora, como oportunidades para seguir avanzando.
Así que sí, Chiclayo está de moda. Pero que no sea una moda pasajera. Que no se pongan guapos solo porque llegó el fotógrafo. Que las inversiones no se diluyan en cemento sin alma. Y que, por favor, los lambayecanos también crean en su tierra, la visiten, la cuiden y la narren. Lo que Lambayeque necesita ahora no es solo promoción. Necesita gestión, planificación, mantenimiento y orgullo permanente. Necesita entender que el turista no vuelve solo por una buena foto, sino por una experiencia sin tropiezos.
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(*) Estudiante de Comunicación de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo – USAT.
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