Licenciada en Enfermería por la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo y con maestrías en Salud Pública y Gobernabilidad Democrática, Económica y Social, Angélica Musayón Chira se ha caracterizado por liderar en los últimos años la defensa de los derechos de las mujeres y las poblaciones vulnerables en Lambayeque. Su trabajo ha permitido articular diversos espacios como mesas universitarias y de la sociedad civil, remarcando la necesidad de que el Estado ponga mayor énfasis en la lucha contra la violencia en sus diferentes modalidades.
El desarrollo profesional de Musayón Chira ha sido siempre en funciones vinculadas al trabajo y desarrollo social. Fue, por ejemplo, responsable del Área de Programas y Proyectos del Programa Nacional de Asistencia Alimentaria – PRONAA, en Chiclayo, liderando de manera directa la aplicación de los programas de alimentación escolar, infantil, de comedores populares y de emergencia, operando en jurisdicción de Lambayeque, Cajamarca y Piura.
Trabajó para la Dirección de Desarrollo Humano de la Asociación Benéfica Prisma, desempeñando la labor de coordinadora del Capital Social del Programa de Desarrollo Comunitario en Corredores Económicos, ejecutando parte del Proyecto Kusiayllu, que tiene como objetivo la rehabilitación del niño desnutrido menor de tres años, así como la capacitación a las madres de los menores integrados al programa.
Ha formado parte de la Fundación Ecuatoriana para No Videntes – FENOVI, haciendo énfasis en la rehabilitación comunitaria, capacitación e inserción laboral y educativa de las personas con discapacidad visual; habiendo además desarrollado labores de asesoramiento, planificación, seguimiento, coordinación y evaluación de programas de salud en diversas provincias de Cajamarca.
Entre el 2002 y el 2004, Angélica Musayón presidió la Mesa de Concertación de Lucha Contra la Violencia Familiar y Sexual de Chiclayo, de la es fundadora, tiempo en el que también fue productora y conductora del programa radial “Estamos Contigo”, en convenio con el Ministerio de la Mujer. Tiempo después llevó el programa a la televisión y retomó la presidencia de la mesa.
TRABAJO CON LOS JÓVENES
Desde su espacio en la sociedad civil impulsó la creación de la Casa Hogar Paz y Libertad, el primer albergue para mujeres, niñas y niños víctimas de violencia familiar y sexual implementado por la Sociedad de Beneficencia Pública de Chiclayo en el 2005. En el 2012 fue una de las fundadoras de la Mesa Interuniversitaria para la No Violencia de Género, Familiar y Sexual, donde se confluyen las casas superiores de Lambayeque; siendo además una de las promotoras del Consejo Regional de Voluntariado.
“Es una realidad difícil, por lo que articulamos trabajos con los centros superiores de estudio para que incluyan en sus planes de estudio temas contra la violencia a la mujer, niño y adolescente. Los profesionales que egresen de las universidades deben estar preparados para identificar la problemática”, refiere Angélica Musayón.
Se ha desempeñado como docente de la Facultad de Ciencias de la Salud en la Universidad Particular de Chiclayo y en la Universidad Nacional de Trujillo, siendo además consultora en los Planes de Igualdad de Género elaborados con apoyo de la cooperación española para los distritos de Lagunas, Zaña y Cayaltí.
Desde el 2001 hasta la actualidad se desempeña como especialista social del Centro Emergencia Mujer – Chiclayo, del Programa Nacional Contra la Violencia Familiar y Sexual del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, asumiendo además la coordinación de los programas de dicho portafolio en Lambayeque.
Es amplia su experiencia en congresos, seminarios, talleres y conferencias, sea como expositora, organizadora y participante, y en su hoja de vida exhibe además múltiples distinciones y reconocimientos, como la Orden al Mérito Mujer en los años 2014 y 2015, conferida por el Gobierno Regional de Lambayeque, así como por diversas instituciones públicas y privadas.
LA VIOLENCIA
La representante del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social en Lambayeque indica que parte de la población cree que la violencia es un problema privado en el que no debe intervenir, incluso se han detectado situaciones de esta naturaleza en el Poder Judicial y el Ministerio Público, debido a que jueces y fiscales, llamados a aplicar la ley, son ganados por sus concepciones de género y terminan discriminando a la mujer víctima de violencia.
“Juzgan a la mujer de acuerdo a sus creencias, valorando aspectos de su comportamiento y no la vulneración de sus derechos y la grave situación de salud que atraviesa por la violencia. Al revisarse actas nos percatamos que hay magistrados que demandan a las mujeres el cumplimiento de sus tareas domésticas como lavar, cocinar bien y vestir como el esposo lo amerita, es decir, a practicar roles que terminan agravando la discriminación”, indica.
Refiere que muy poco se trabaja en el enfoque de género que debe acompañar a la justicia. “La aplicabilidad de la sentencia debe ir de la mano de la perspectiva del género, pero los juzgadores no han sido formados en sus hogares y en la universidad sobre la equidad entre el hombre y la mujer”, sentencia.
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