La presentación de los candidatos a la alcaldía de Chiclayo despertó un gran interés en los representantes institucionales y en un sector importante de la población, por tratarse de la capital del departamento de Lambayeque y tener no solo más presupuesto, más personal, sino también más problemas y… de los grandes.
Tuvimos la oportunidad de verlos de cerca, ver su desenvolvimiento ante un público diverso, interesado en los temas. Fuimos testigos de sus esfuerzos por responder a las preguntas, y también de la forma cómo las evadieron. En general los vimos interesados en hacer un buen papel ante el público presente y que seguía el evento en forma virtual. +
Aspectos relevantes
Una actividad de esta naturaleza nos brinda varios aspectos para comentarlos; pero preferimos limitarnos a los que nos llamaron la atención y que pueden ser de interés público.
Estuvieron la mayoría (ver la foto) pero no todos y, por ello la no asistencia de tres candidatos a la alcaldía nos llamó la atención más allá de la pertinente explicación que dieron los organizadores. Por ejemplo, la ausencia de Janet Cubas se dejó notar y también de Miguel Bartra.
Los candidatos, unos más que otros, abordaron algunos temas con relativa soltura y dejando propuestas, iniciativas o informaciones que nos parecen interesantes y que revelan que están tratando de entender al monstruo en que se ha convertido la Municipalidad Provincial de Chiclayo; pero en algunos otros temas mostraron que no manejan conceptos básicos desde la perspectiva municipal como el de institucionalidad, que fue el eje menos abordado.
Nos preocupa porque necesitamos con urgencia que las municipalidades funcionen, se consoliden como instituciones y que sus diversos componentes hagan bien su trabajo, desde la alcaldía, el concejo municipal, hasta los trabajadores de limpieza pública. Pero también necesitamos que la municipalidad se articule mejor con las municipalidades distritales, el gobierno regional y los ministerios.
Vacíos
Nos llamó la atención la casi ausencia de críticas entre los candidatos (se notaba que eran de la Ciudad de la Amistad, en la que todos somos hermanos). Solo al final, al momento del mensaje de despedida, emergieron algunas críticas veladas o indirectas. Incluso algún candidato dijo que las propuestas de los candidatos eran parecidas, otro ofreció trabajar con dos de los candidatos presentes y no faltaron los llamamientos a “la unidad por encima de las diferencias”. La foto de los candidatos tomados de la mano ilustra bien el clima amical del debate.
Algunos candidatos soltaron datos sobre su amplia trayectoria política como base para que voten por ellos, otros prefirieron destacar que eran novatos con cuatro o cero años de experiencia. Ambas estrategias parece que no sirven para convencer a los electores. Se puede afirmar que un candidato muy trajinado y con varias camisestas genera rechazo; pero un candidato inexperto y con sus más de 6 décadas a cuestas, genera una razonable desconfianza sobre sus reales capacidades.
Corrupción
El tema de la corrupción institucionalizada (una forma elegante de referirse a una institución que la sufre por tanto tiempo) debió merecer una atención más específica de parte de los candidatos. Unos prefirieron lanzar promesas, otro dijo que “conocía al monstruo por dentro”, otro habló de que el problema se soluciona cumpliendo las normas, otro sacó a relucir su experiencia en fiscalización y no faltaron los que afirmaron que estaban limpios de ese flagelo. No escuchamos una estrategia clara para desmontar la estructura que parece haber montado la corrupción desde muchos años atrás.
Si bien el tema del equipo que acompaña al candidato no estaba programado, los candidatos debieron aprovechar un minuto de su tiempo para mencionar a por los menos algunos de sus regidores, a algunos integrantes de su equipo técnico y soltar algún nombre de su personal de confianza.
Era el momento para mostrarse como una propuesta eficiente, que sí tienen equipo, que tienen las personas clave para acometer la inmensa tarea que tienen por delante. Que no lo hicieran, a menos de un mes de las elecciones, es algo preocupante. En todo caso todavía están a tiempo de demostrar que tienen un buen equipo que los acompaña.
En cuanto al tiempo utilizado por los candidatos notamos dos extremos que debemos señalar: el candidato más exacto con el tiempo fue el de Acción Popular. El candidato que menos tiempo utilizó para responder a las cinco preguntas fue el candidato de Construyendo y, por ello le dieron más tiempo acumulado para su mensaje final que tampoco lo aprovechó (3 minutos que valen oro). En este punto nos sumamos a la felicitación por lo respetuosos del tiempo que fueron los candidatos, ninguno se sobrepasó o intentó siquiera hablar más allá del tiempo permitido.
La provincia de Chiclayo se encuentra en su etapa de oscuridad (dos alcaldes presos ilustran uno de los problemas) y que para salir o en términos más realistas iniciar el camino hacia la luz, exige establecer una alianza estratégica con los principales actores de la provincia. Se puede crear un espacio permanente de coordinación y concertación con participación de las municipalidades, el gobierno regional y algunos ministerios. Y por lo mismo establecer espacios de participación y concertación con la sociedad regional que reclama mayor participación en los niveles de decisión.
Es un tema que no ha sido trabajado con la profundidad que se requiere, aunque es esperanzador que algunos candidatos se hayan comprometido a coordinar, a llamar a la sociedad organizada y en particular a los colegios profesionales.
Pareciera que la Municipalidad Provincial de Chiclayo tiene un gigante cartel que dice “Se busca un buen alcalde… chiclayanos por favor no se vuelvan a equivocar”.
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(*) Antropólogo e investigador de INDER.
En los últimos quince años, las distintas administraciones ediles -desde Torres hasta Gasco- han contribuido al deterioro progresivo de Chiclayo, que lo han condenado al atraso en perjuicio de sus habitantes. Esta ha sido una constante incluso desde finales de la década de los noventa, los burgomaestres de turno y sus equipos de gobierno fueron incapaces de generar políticas públicas, que permitan aprovechar todas las potencialidades de la Capital de la Amistad para convertirla en la metrópoli que su población aspira. La corrupción ha sido el gran lastre en la comuna, los alcaldes se hicieron de costado y no lo enfrentaron con la valentía y la voluntad política que se requería, provocando un serio daño a la ciudad. Por ello es imprescindible que este 02 de octubre en las elecciones municipales y regionales, la ciudadanía emita un voto responsable, de conciencia y racional, para escoger las mejores opciones y no al menos malo.
Mala suerte, infortunio, maldición, desgracia, calamidad, son las palabras más cercanas a la realidad para describir el aciago panorama que exhibe Chiclayo, a solo tres meses de culminar la gestión del alcalde Marco Gasco Arrobas. Las nefastas experiencias ediles de los últimos quince años han maltratado enormemente a la Capital de la Amistad y lo han condenado al retraso, y hoy parecieran haberse reencarnado en el actual régimen, porque la ciudad en lugar de avanzar y de dar el salto cualitativo, se ha detenido en el tiempo, no ha tenido un desarrollo sostenido que coadyuve al bienestar de sus habitantes, pese a las grandes potencialidades y condiciones que reúne para destacar y llegar a convertirse en la metrópoli que su población aspira. Las autoridades municipales de turno han hecho muy poco por generar políticas públicas que viabilicen esta pretensión, no han sido capaces de plasmar obras de envergadura a todo nivel que permitan apuntalar un crecimiento sostenido con visión de corto, mediano y largo plazo. Cada autoridad siempre ha trabajado de acuerdo a sus propios criterios y conveniencias políticas, se dedicaron a copar el aparato administrativo con gente de su partido o que los apoyó en la campaña electoral, y sus gestiones no pasaron de ser mediocres y corruptas. Qué duda cabe que las administraciones ediles más deplorables han sido la de los exalcaldes Roberto Torres y David Cornejo, quienes purgan condenas en el penal por corrupción y otros delitos.
Tras estos dos gobiernos repugnantes en la comuna chiclayana, y ante la incertidumbre y la desesperanza que había en la población producto de estos hechos, en los comicios municipales y regionales del 2018 Marcos Gasco fue elegido alcalde para el periodo 2019-2022. Se abría un camino de esperanza y de optimismo ante tanta desolación. Sin embargo, las grandes expectativas que se habían cifrado sobre el burgomaestre, se fueron diluyendo con el paso de los días por errores garrafales que tuvo desde un comienzo, los cuales empañaron su desempeño. Entre ellos, la controversial decisión de subirse el sueldo junto con sus funcionarios de confianza, pese a la grave crisis económica que atravesaba la comuna, cuando lo que se exigía en ese momento era prudencia y sensatez. También, el nombramiento de personas con serias objeciones para la función pública, con investigaciones judiciales pendientes -caso gerentes municipales-, y otros que no reunían el perfil para determinados cargos. Pero él ni se inmutó y siguió adelante, pese a todos los cuestionamientos que le hacían los medios de comunicación y organismos de la sociedad civil. Las consecuencias de esta improvisación se ven ahora, con una ciudad prácticamente abandonada y a la deriva, y una gestión edil que se irá sin pena ni gloria, porque al parecer Gasco y compañía no tienen las armas para revertir la imagen negativa que tiene la comunidad sobre ellos.
Contaminación ambiental
La situación de la ciudad en el tema urbanístico es caótico, muy lamentable, con obras de saneamiento y asfaltado de calles inconclusos, generando una grave contaminación ambiental y enfermedades producto del afloramiento de aguas servidas expuestas en la vía pública, en distintas urbanizaciones, ante la pasividad pasmosa de las actuales autoridades municipales por dar solución a esta problemática que ha sido una constante en los últimos quince años. La comuna alegremente abre las calles so pretexto de mejorar las pistas y veredas, abre zanjas profundas y luego por problemas técnicos la empresa a cargo de la obra paraliza los trabajos, provocando un serio malestar a los habitantes de las zonas afectadas. Pero eso no es todo. Producto de esas obras las tuberías de alcantarillado colapsan y las aguas residuales salen a la superficie permaneciendo por varios días empozadas, emanando olores putrefactos que afectan al vecindario. Los casos más álgidos se han presentado en las urbanizaciones San Eduardo y Santa Victoria, sin que las autoridades ediles hagan algo al respecto. Ante la indolencia de la municipalidad y del propio alcalde, el ciudadano Jorge Chávez Pita denunció el hecho ante la Fiscalía Penal Corporativa de Chiclayo, que dispuso una investigación contra el alcalde Gasco por los presuntos delitos de exposición o abandono peligrosos y omisión de actos funcionales en agravio de los vecinos de la cuadra 9 de la calle La Florida en San Eduardo. Esto ejemplos grafican la ineficiencia de esta gestión para dotar de mejores servicios a los más de 700 mil habitantes del distrito de Chiclayo, pese a los presupuestos que reciben del Gobierno nacional para la ejecución de obras, pero que no los gastan justamente por este tipo de incapacidades.
Tal es el abandono en que se encuentra la ciudad que incluso la noticia de que las pistas están hechas añicos y que muchas calles permanecen sin asfaltar, ha sido la burla de los comediantes del programa “Hablando huevadas”, que entre la sátira propia de los conductores advierten tal situación, dejando por los suelos la imagen del burgomaestre y de todo su incompetente aparato gerencial que no lo ayudado a gobernar bien. Tal ha sido la falta de criterio y sentido común de Gasco para designar a sus gerentes municipales, que en lo que va de su gestión ha nombrado a seis gerentes municipales (el último, Marlow Oblitas Niño fue sentenciado a 4 años y 6 meses de prisión efectiva por el delito de omisión de funciones), lo que evidencia que no se han aplicado los filtros de rigor para delegar a sus funcionarios de confianza. Entiéndase que el gerente municipal es la mano derecha del alcalde, es quien planifica, organiza, dirige, controla y evalúa la gestión administrativa, económica y financiera del ayuntamiento, orientados al buen funcionamiento institucional, en concordancia con la Ley Orgánica de Municipalidades Nº 27972; así como para la óptima prestación de los servicios a la comunidad. Asimismo, la Gerencia Municipal coordina con los órganos descentralizados para evaluar y mantener informado a los órganos de gobierno, sobre el estado de gestión y rentabilidad de las empresas municipales. Pero los cambios permanentes de este tipo de funcionarios no permite realizar un trabajo coherente y cohesionado en beneficio de la ciudad, por el contrario representan inestabilidad en una gestión.
Basura por doquier
Pero a este trance amargo debemos sumar el tema la limpieza pública, que también se ha convertido en el talón de Aquiles de la administración de Gasco, que se muestra incapaz de dar una solución integral y definitiva a esta problemática que es recurrente en cada administración edil. Solo cuando están en campaña ofrecen convertir a Chiclayo en un anís, en una ciudad ejemplo del tratamiento de los residuos sólidos; pero cuando llegan al poder esas iniciativas son encarpetadas y echadas al olvido, y solo se dan manotazos de ahogado que al final profundizan más el problema, en lugar de abordar el asunto con la seriedad y urgencia que demanda. Así ha sucedido con todas las administraciones ediles desde finales de la década del noventa hasta la actualidad, nadie de salva de esta crítica, porque los recursos existen, pero los alcaldes son cortoplacistas y resultadistas, y piensan que comprando más compactadoras van a solucionar este tema álgido para Chiclayo y sus distritos. Como se recuerda, en la gestión del exalcalde David Cornejo y con el apoyo de la Cooperación Suiza se comenzó a construir la planta de transferencia de residuos sólidos, la primera en su género en el norte, pero la corrupción -se denunció pago de coimas- impidió su avance, la obra quedó paralizada y toda la inversión se fue al tacho. La fiscal Karim Ninaquispe ha solicitado al Poder Judicial una pena privativa de la libertad de 6 años contra el alcalde Gasco por el presunto delito de colusión agravada. La acusación se sostiene en hechos ocurridos en abril de 2019, cuando luego de un supuesto desabastecimiento inminente que afectaría el recojo de los residuos sólidos, la comuna suscribió un contrato con la empresa Veolia para el alquiler de 10 de compactadoras, por el cual asumió un gasto de 2 millones de soles. Incurrió en una serie de incumplimientos a la Ley de Contrataciones para favorecer a Veolia, provocando un perjuicio económico a la comuna de 249,750 soles.
A estas alturas del mandato de Marcos Gasco es muy poco lo que se puede rescatar como obra pública, pues no hay proyectos de impacto que respalden su labor, y tampoco le alcanzará el tiempo para dar solución a los problemas más críticos que atraviesa la ciudad. Por el contrario, hay indignación en la población ante tanta indolencia, hay impotencia y desazón por ver que esta tierra no encuentra la dirección correcta para el despegue que requiere, pese a las excelentes condiciones que posee. Gasco es un nuevo fiasco para Chiclayo, que lamentablemente en su historia municipal reciente ha tenido la mala fortuna de elegir a personas que no han respondido a las expectativas de todo un pueblo. Por ello, hoy más que nunca se necesitan autoridades competentes, comprometidas con la labor para la que son elegidas, urge una cuota de honestidad, transparencia y liderazgo, y dejar de lado la improvisación y la chabacanería. Será responsabilidad directa del electorado elegir al mejor candidato en los comicios del 02 octubre, para no volver a equivocarse y arrepentirse los próximos cuatro años, porque de por medio está el futuro nuestro y el de nuestros hijos. Por eso es importante ejercer bien su ciudadanía, de manera libre y espontánea; pero para ello hay que estar debidamente informados para ejercer nuestros derechos con madurez y seriedad.
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(*) Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Primer Vicedecano del Colegio de Periodistas de La Libertad.
Horacio Eduardo Cantero Hernández, vocalista de la banda de rock Los Enanitos Verdes, ha dejado este mundo apenas a los 62 años. Como podrá imaginar, el concierto programado para el 7 de octubre en la ciudad de Chiclayo tendrá que suspenderse. En algún momento, podrá reprogramarse. ¿Cómo y cuándo?, pregunta la incrédula tristeza. “Mañana será ese día, si todos queremos”, responde el corazón.
“Ya, pero tocan rock de los ochenta, ¿verdad?”. La pregunta de rigor la plantea algún chiclayano que, la verdad, puede ser cualquiera de nosotros. Un día le tocó contratar orquesta para celebrar en casa lo que se pueda celebrar mientras la vida lo permita. Y resulta que ese rock de los ochenta también es de los noventa, y de los 2000. De ahora mismo.
Los Enanitos Verdes es de esas bandas que ha logrado trascender el tiempo y el espacio. Cumple entonces con la condición que distingue la música del momento con la de siempre. Es la banda que no sonó en blanco y negro sino en los colegiales plomo y blanco. Es el recuerdo de los primeros amores y sus primeras revelaciones. El fuego en los campamentos y la osadía en los karaokes. Si hasta en las tribunas y en las parroquias ha sido capaz de catequizar los sentimientos.
Su historia inicia en 1979, tiempos en los que tomarse una fotografía podía ser un suceso. Así le ocurrió al infectólogo mendocino Juan Nobiltá, quien realizaba un paseo familiar en la zona conocida como Puente del Inca. Una de las tomas reveló un detalle inquietante: una figura claramente humanoide, diminuta, que los expertos reconocieron rápidamente como libre de trucos o artimañas. Pocos repararon en su original color naranja. La gente la asoció con una presencia extraterrestre a la que llamaron, hasta con cariño, el enanito verde. Los niños, que nunca mienten, contaban que lograban verlos.
Con el tiempo, los vería todo Latinoamérica. En su natal Mendoza, Horacio Cantero, Felipe Staiti y Daniel Piccolo hicieron del descubrimiento del doctor Nobiltá el nombre de su banda. Tras su primer disco homónimo, el álbum Contrarreloj (1986) dio a conocer temas como La muralla verde, Cada vez que digo adiós, Tus viejas cartas, y muchos temas que se convirtieron en clásicos a fuerza de su gran versatilidad y poder melódico.
Algunos le llamaban rock comercial, seguramente, con toda la pretensión que puede contener utilizar dicho adjetivo. Tal vez no consideraron que bandas así representaron la posibilidad de acercarse al rock para muchas personas. Fueron la educación sentimental de quienes escribían canciones a mano en los cuadernos y podían asociarlas a sus vivencias. Que era parte del stablishment mediático, decían, usando términos más complicados aún, pero hay que ver cuánto casete pirata y grabado de la radio ha circulado de generación en generación con el puro argumento de la calidad sonora. Algunos de esos oyentes se convertirían luego en estrellas. Que lo digan sino los reggatoneros Bad Bunny y J. Balvín, quienes no ocultaron la emoción de alternar con el gran Marciano Cantero, como ocurrió en 2019 con la grabación de Un peso.
Eran Enanitos Verdes con una humanidad muy de este planeta. Con la misma prestancia de un espectáculo en Lima, llegaron a muchas ciudades del Perú. Desde una discoteca alternativa en Iquitos hasta el inmenso Jardín de la Cerveza Cusqueña. Gozaron por igual el rocoto arequipeño y la chicha norteña. “Por favor, ¡que nos dejen bailar acá!”, gritaban, en todos lados, los extraños de pelo largo que pudimos ser alguna vez.
Igual que ayer
Habitaciones extrañas (1987), Igual que ayer (1992), Big Bang (1994), fueron discos de verdad con grandes éxitos. El sonido de esa vieja psicodelia llegó a los recordados conciertos Unplugged en 1998 con Tracción Acústica. En él podemos escuchar a una joven Julieta Venegas y su acordeón acompañando El Guerrero: “Las piedras del camino le dieron la clave, la muerte no termina con todo”.
El éxito que conocieron fuera de casa no necesariamente fue el mismo que obtuvieron en su país. De hecho, Cantero radicó por muchos años en Sonora, México. Tras reencontrarse con Viviana, un gran amor de juventud, retornó a Argentina. Se casaron ese mismo 2019 sin imaginar, quién podría haberlo hecho, que al año siguiente el mundo de verdad empezaría a girar locamente, y uno que ya está cansado de estar tan cuerdo.
Complicaciones renales nos arrebataron a Marciano Cantero hace una semana. En declaraciones para la revista Rolling Stone, su hijo Javier transmitió un mensaje conmovedor. “Quiero que lo recuerden no solo como el compositor, el cantante, el artista que era, sino también como una persona maravillosa y mi mejor amigo en el mundo. Él siempre decía en todas las entrevistas que Amigos la compuso porque quería que su hijo fuera su mejor amigo, y se cumplió y él lo sabía, así que eso me deja tranquilo”.
Por todo el mundo, la música popular habla del amor. Es precisamente por ello que la sentimos así. Es por ello que logra trascender el tiempo. Al contemplar el camino recorrido, comprobamos que es verdad eso de que hay que correr el riesgo de levantarse y seguir cayendo.
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(*) Sociólogo y docente universitario.
Los ciclos no son para siempre y hay que saber cómo terminarlos bien. Al parecer, el hasta hoy burgomaestre de Chiclayo, Marcos Gasco Arrobas, no habría tenido en cuenta esta acepción lógica, cuando transitando por una alfombra roja ofreció al inicio de su gestión transformar la ciudad devastada por sus antecesores, para colocarla en un lugar expectante como una urbe por lo menos confortable para vivir, con sostenibilidad en el tiempo, promesas que a la luz de las evidencias no han sido cumplidas a cabalidad.
Durante la campaña electoral que le sirvió para ocupar el sillón municipal, Gasco Arrobas ofreció que durante el ejercicio de su gestión edil iba paulatinamente a superar la progresiva destrucción de la ciudad heredada de sus antecesores – hoy privados de su libertad (Roberto Torres Gonzales y David Cornejo Chinguel), ofreciendo para tal fin mejorar el ornato de la ciudad, superar el orden de la transitabilidad vehicular, articular un sistema de seguridad ciudadana eficiente y eficaz y, por qué no, obras a discreción de gran impacto social y, fundamentalmente, la adecuación de su gestión al orden de los principios morales, honestos y probos que, a pocos meses del término de su nefasta gestión, muy poco o casi nada ha podido alcanzar.
¿Qué hizo para ser repudiado?
Lo hecho hasta hoy, supera largamente a lo no hecho. Desde que asumió el cargo se agenció de un perfil prepotente y arrogante, principalmente con los medios de comunicación y cuanto ciudadano cuestionara su ineficiente gestión, lo cual le está sirviendo para que la confianza ciudadana - cada vez más paupérrima - genere que el desencanto permisivo se convierta en una realidad tangible y evidente, mientras que el optimismo y la esperanza recaída en la actuación del aparato ejecutivo de su gestión.
Si bien poco hizo, lo hecho no alcanza en lo más mínimo a cubrir las expectativas ciudadanas que él mismo generó.
La ineficacia en su real dimensión
La gestión edil del saliente burgomaestre, con un deterioro sistémico, se va dejando una ciudad devastada en sus estructuras funcionales como tal. El caos y el desorden de la transitabilidad vehicular no ha sido resuelto, el ornato de la ciudad degradado e incipiente producto de un mal sistema del recojo de los residuos sólidos cada vez más precarios, aunado a ellos, el colapso cotidiano producto del inservible sistema de evacuación de las aguas servidas en todos lados, obras mal hechas y paralizadas en su ejecución por doquier, presupuestos mal gastados y presuntamente embolsicados, son hechos y condiciones latentes de la ineficiente gestión de Gasco Arrobas.
El mea culpa ciudadano
No podemos eximirnos de la responsabilidad que nos toca asumir como ciudadanos. Como siempre y reiteramente nos equivocamos al elegir, decidimos mal y peor aún dejamos que la autoridad de turno se empodere con sus malas decisiones sin someterlo al escrutinio ciudadano para decirle “hasta acá nomás”. Mirar de costado lo mal hecho como una causal real, es dejar que el elegido y su parafernalia cómplice avancen con celeridad en la comisión de sus tropelías y sus desmadres recurrentes, que nada bien nos hacen y dañan nuestro bienestar lacerando nuestra dignidad. Alguien en su sano juicio, podría estar a favor del insano accionar de una autoridad que gobierna haciendo el mal y conviviendo con la inmoralidad, objetivamente no, entonces, asumamos que la causa y el efecto de una mala gestión, la gestamos nosotros al momento de elegir.
El despido obligatorio
Se va Gasco, se van sus ocasionales compañeros. La miserabilidad a la que nos ha llevado su gobierno, con indicadores de salubridad en rojo, con los índices de presuntos actos de corrupción elevados y decisiones mal tomadas, nos induce a despedirlo con enojo y un total desprecio a su débil moral y precaria gestión edil, todo ello, producto de su desandar y su forma autoritaria de gobernar. Así hay que despedir a quien la historia juzgará por sus malos hechos y no por sus virtudes. Que le vaya bien señor, que Dios y Chiclayo lo demande.
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(*) Especialista en Contrataciones del Estado.