El pontificado del papa Francisco (2013–2025) marcó un giro significativo en la manera en que la Iglesia Católica abordó los temas sociales, económicos, políticos y ambientales. Sus expresiones y sus actitudes llanas y sencillas le ganaron simpatías, aunque su actividad pública no estuvo exenta de polémicas, al punto que en no pocas ocasiones, se le llegó a calificar de simpatizante de los sectores izquierdistas.
Profundamente arraigado en la tradición de la doctrina social de la Iglesia —desarrollada desde la encíclica Rerum Novarum en 1891—, Francisco buscó, a través de los medios con que contó, acercar los principios del Evangelio a los desafíos contemporáneos del mundo globalizado. La doctrina expuesta por Francisco fue recogida en los numerosos documentos emitidos durante su pontificado, en especial en las cuatro encíclicas, siete exhortaciones apostólicas, y más de dos mil discursos, que trataremos de sintetizar en estas breves líneas.
Las exhortaciones apostólicas
En su primera exhortación, Evangelii Gaudium (2013), Francisco destacó la importancia de la labor parroquial, exhortando a los sacerdotes a preparar cuidadosamente las homilías, invocando además al diálogo entre las distintas confesiones cristianas (como anglicanos y ortodoxos), en base a la oración de Jesucristo que pidió “que todos sean uno”. La encíclica también fue crítica con la economía del descarte, el consumismo desenfrenado y la idolatría del dinero, afirmando que la evangelización es inseparable de la preocupación por los pobres.
En Amoris Laetitia (2016), Francisco desarrolló los desafíos contemporáneos de la familia; habló sobre el amor en el matrimonio, rechazó toda forma de sometimiento sexual, resaltó la importancia del amor fecundo de los padres, destacó la importancia de la preparación matrimonial y del fortalecimiento de la educación de los hijos.
Gaudete et Exsultate (2018) se centró en la llamada a la santidad en el mundo actual. El papa invitaba a vivir la santidad en lo cotidiano, con alegría, humildad y compromiso, denunciando el elitismo espiritual, y destacando las bienaventuranzas como camino auténtico hacia una vida plena y santa.
La exhortación Christus Vivit (2019) fue dirigida especialmente a los jóvenes durante el Sínodo de la Juventud, animándolos a ser protagonistas en la Iglesia y en el mundo, a no dejarse robar la esperanza, y a construir una fe viva desde su realidad concreta, desarrollando los conceptos de vocación, de discernimiento y de comunidad.
En Querida Amazonia (2020), inspirada en el Sínodo para la Amazonia, Francisco expresó con un estilo poético, cuatro “sueños”: social, cultural, ecológico y eclesial, defendiendo los derechos de los pueblos originarios, el cuidado del medio ambiente y una Iglesia capaz de apoyar en la transformación de la Amazonía “para mostrar el rostro santo del Señor y para cuidar su obra creadora”.
Continuando la senda iniciada con su encíclica Laudato si, Francisco firmó la exhortación Laudate Deum, para advertir sobre la urgencia de la crisis climática, denunciando la pasividad de los líderes globales, invocando una acción ecológica concreta. Para el papa, el cuidado del planeta es una responsabilidad moral y espiritual ineludible para todos los creyentes y el futuro de la humanidad.
El año pasado, el papa firmó su última exhortación C’est la confiance, dedicada a Santa Teresa del Niño Jesús, presentada como modelo de humildad, sencillez y abandono filial, destacando la confianza total en el amor misericordioso de Dios como camino de santidad.
Las encíclicas de Francisco
En su primera encíclica, Lumen fidei, firmada en junio de 2013, a cuatro meses de su elección, Francisco completó un borrador presentado inicialmente por su predecesor Benedicto XVI; el texto presentó la fe como un don capaz de unir razón y amor, de brindar sentido a la existencia y fortalecer la esperanza en medio de la incertidumbre de nuestros tiempos.
Uno de los aportes más significativos del pontificado de Francisco fue la encíclica Laudato si (2015), donde introdujo el concepto de “ecología integral”, visión articuladora entre la crisis ambiental y la crisis social. En base a principios clásicos como la subsidiariedad y la solidaridad, Francisco denunció el modelo tecnocrático dominante, proponiendo una conversión ecológica que implique una nueva forma de habitar el planeta basada en la justicia intergeneracional y el respeto por la casa común.
En 2020, en medio de la pandemia de COVID-19, el Papa presentó la encíclica Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social. Inspirado por San Francisco de Asís, el texto abordó cuestiones como el populismo, el nacionalismo, la indiferencia ante el sufrimiento ajeno, proponiendo una sociedad basada en la solidaridad, la paz y el diálogo. Francisco criticó duramente las fronteras cerradas a los migrantes, los discursos de odio y la política del miedo, apostando por una “cultura del encuentro”, reivindicando incluso a figuras no católicas, como Martín Luther King, Desmond Tutu y Mahatma Gandhi, como modelos de lucha no violenta por la justicia.
Su última encíclica, Dilexit Nos (2024), se enfocó en el amor salvífico de Cristo, inspirándose en San Francisco de Sales, profundizando en el significado del amor divino que transforma y redime a la humanidad. El papa destacó que la fe cristiana nació del encuentro con el amor de Dios, llamando a seguir a Jesús con confianza y alegría en la vida cotidiana.
A manera de conclusión.
Durante su pontificado, Francisco insistió en que el trabajo es clave para la dignidad humana. En sus discursos a líderes mundiales y empresarios, como en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares (2014), afirmó que “tierra, techo y trabajo” son derechos sagrados; para teorizar al respecto, el papa creó el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Su postura crítica con respecto al sistema económico imperante, le atrajo numerosas críticas considerándolo cercano a las posturas de la polémica Teología de la Liberación. Sin embargo, la doctrina social de la Iglesia emitida bajo el pontificado de Francisco, fue realista, compasiva y profundamente evangélica. Sus postulados recalcaron la justicia, la paz y el cuidado del prójimo, como un llamado a construir una sociedad más humana, donde nadie quede afuera.
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(*) Abogado, docente universitario e historiador.
El descubrimiento de la penicilina marcó un hito en la historia de la medicina, ya que finalmente permitió al ser humano enfrentar las enfermedades infecciosas que, años atrás, habían condenado a muerte a soldados en guerras encarnizadas y afectado principalmente a niños y ancianos con sistemas inmunológicos inmaduros o envejecidos. Este avance, logrado en 1928, alcanzó su máximo esplendor en 1941 durante la Segunda Guerra Mundial, cuando su uso se masificó. Algunos relatos incluso sugieren que salvó la vida de Hitler, quien sufrió graves lesiones y quemaduras tras un atentado con bomba orquestado por conspiradores civiles y militares en la conocida Operación Valquiria.
Sin embargo, contra todo pronóstico, las bacterias desarrollaron rápidamente resistencia al uso masivo de la penicilina. La resistencia a este antibiótico fue identificada por primera vez en 1944, solo unos años después de que comenzara su producción en masa. A medida que avanzábamos en el descubrimiento de nuevos antibióticos y la creación de fármacos, los microorganismos, especialmente las bacterias, demostraron una sorprendente capacidad de adaptación, desarrollando mecanismos de resistencia que socavaron nuestros logros.
Durante las últimas décadas, se ha evidenciado una carrera desigual entre la producción de antimicrobianos y la aparición de bacterias resistentes. La innovación en el desarrollo de nuevos fármacos se ha desacelerado considerablemente, por múltiples razones: falta de incentivos económicos, bajo interés de la industria farmacéutica, complejidades regulatorias, mayores exigencias éticas en los ensayos clínicos, y una creciente dificultad para encontrar nuevas moléculas efectivas. Mientras tanto, la resistencia antimicrobiana (RAM) no ha hecho más que crecer.
Las proyecciones son alarmantes. Para el año 2050, se estima que la RAM causará cerca de 1,91 millones de muertes directas a nivel mundial. Las regiones más afectadas serán Asia Meridional, América Latina y el Caribe, donde la combinación de sistemas de salud frágiles, uso indiscriminado de antimicrobianos y pobreza estructural agravarán el problema.
En mayo de 2024, la OMS actualizó su Lista de Patógenos Bacterianos Prioritarios (BPPL, por sus siglas en inglés), una herramienta clave que clasifica a 15 familias de bacterias resistentes a los antibióticos en tres categorías: críticas, altas y medias. Esta clasificación tiene como finalidad orientar la investigación y el desarrollo de nuevos antibióticos y terapias innovadoras que puedan hacer frente a esta amenaza creciente. Entre los patógenos catalogados como de prioridad crítica destacan: Acinetobacterbaumannii, el grupo de los Enterobacterales y el temible causante de la tuberculosis, Mycobacterium tuberculosis, resistente a rifampicina. Esta última, continúa siendo un patógeno comunitario de alto impacto, especialmente en países en desarrollo. En el caso de Perú, este bacilo presenta altas tasas de resistencia, lo que lo convierte en una preocupación prioritaria para la salud pública nacional.
Más allá de la presión selectiva: una visión multifactorial
Tradicionalmente, la RAM se ha explicado principalmente como una consecuencia de la presión selectiva ejercida por el uso excesivo e indiscriminado de antibióticos. No obstante, hoy en día se reconoce que es un fenómeno mucho más complejo, influido por múltiples factores que interactúan a distintos niveles. En este contexto, el enfoque OneHealth —que integra la salud humana, animal y ambiental como partes interdependientes de un mismo sistema— ha cobrado relevancia para entender mejor cómo se generan y diseminan las resistencias a través de diversas redes de transmisión. Sin embargo, si bien esta perspectiva es valiosa para visualizar el problema de manera holística, se requiere un análisis más específico y detallado de los factores que actúan en cada uno de estos ámbitos para diseñar intervenciones efectivas. En este sentido, se han propuesto cuatro niveles clave que permitirían abordar esta complejidad desde una mirada multifactorial e integrada.
Factores globales
En el plano global y nacional, la RAM está fuertemente influenciada por la globalización, los viajes internacionales y el comercio transfronterizo. Estos procesos facilitan la diseminación de bacterias resistentes entre países y continentes, incluso en ausencia de contacto directo con antimicrobianos. Por otro lado, el cambio climático también desempeña un rol creciente, ya que modifica los patrones de distribución de vectores y patógenos, generando nuevas dinámicas de transmisión de enfermedades infecciosas que a menudo requieren tratamiento antimicrobiano, lo cual puede alimentar el ciclo de resistencia.
La agricultura y la ganadería intensiva constituyen otro factor relevante, dado que en muchos países se utilizan antibióticos como promotores de crecimiento animal o como medida profiláctica, lo cual contribuye a la selección y propagación de bacterias resistentes en el medio ambiente y en la cadena alimentaria. Por otro lado, los conflictos armados y los desplazamientos forzados interrumpen los sistemas sanitarios y generan condiciones propicias para el uso no regulado de medicamentos. La desigualdad en el acceso a servicios de salud y medicamentos seguros y de calidad también es un impulsor crítico de la RAM. En algunos contextos, la escasez de antibióticos adecuados conduce a su uso inadecuado o a la automedicación, mientras que en otros, el acceso excesivo sin regulación fomenta la prescripción innecesaria. Finalmente, factores socioeconómicos como la pobreza y la exclusión, influyen directamente en los comportamientos frente al uso de antimicrobianos, desde la automedicación hasta el incumplimiento del tratamiento.
Redes comunitarias y locales
A nivel comunitario, los factores culturales y sociales tienen un peso significativo en la forma en que las personas perciben la enfermedad y responden a ella. Creencias tradicionales, desconfianza hacia los servicios de salud, o el valor simbólico atribuido a los medicamentos, pueden llevar a prácticas inapropiadas en el uso de antibióticos, como su utilización para tratar infecciones virales o la suspensión prematura del tratamiento. A esto se suman deficiencias en el acceso al agua potable, el saneamiento y la higiene, condiciones que aumentan la carga de enfermedades infecciosas y, por tanto, el uso de antimicrobianos.
Factores relacionados con el prescriptor
El papel del personal de salud, especialmente de quienes prescriben antimicrobianos, es fundamental en la lucha contra la RAM. Su nivel de formación continua y su acceso a actualizaciones clínicas influyen directamente en la calidad de la prescripción. En contextos donde el personal médico no cuenta con capacitación suficiente o donde no existen guías clínicas actualizadas, es más probable que se recurra a tratamientos empíricos, muchas veces inadecuados o innecesarios.
Asimismo, las condiciones del entorno también condicionan las decisiones médicas. La falta de recursos diagnósticos confiables, como pruebas rápidas o cultivos, obliga a los prescriptores a basarse en síntomas inespecíficos para tomar decisiones, lo que incrementa el riesgo de sobreprescripción. A esto se suman presiones sociales, culturales o institucionales, como la expectativa del paciente de recibir una receta o la política interna de ciertos establecimientos que favorecen la rotación rápida de pacientes, sacrificando la calidad del diagnóstico.
Factores asociados al paciente
Por último, el comportamiento y las características individuales del paciente desempeñan un rol importante en la propagación de la resistencia. Las creencias personales sobre los medicamentos, la confianza en el sistema de salud y el conocimiento sobre las infecciones y su tratamiento son determinantes clave en el cumplimiento del tratamiento antimicrobiano.
Pacientes con enfermedades crónicas, inmunodeprimidos o con malnutrición pueden tener mayor exposición a antibióticos por infecciones recurrentes, lo que aumenta el riesgo de colonización por bacterias resistentes. Asimismo, la polifarmacia y el autodiagnóstico también son problemáticas, ya que muchas veces los pacientes reutilizan antibióticos previamente recetados o consumen tratamientos inadecuados para su condición.
Frente a estos factores, en los últimos años las Tecnologías de Salud Digital (DHT) han surgido como herramientas clave en la lucha contra la resistencia antimicrobiana (RAM), abarcando tecnologías como la información sanitaria, dispositivos portátiles, salud móvil, telesalud, medicina personalizada e inteligencia artificial (IA). Se estima que el mercado global de salud digital alcanzó un valor de 211 mil millones de dólares en 2022 y proyecta un crecimiento anual del 18,6%. Las DHT optimizan el uso de antibióticos y mejoran la precisión diagnóstica, como se evidenció en un ensayo en Tanzania donde una herramienta digital redujo la prescripción innecesaria de antibióticos del 70,1% al 23,2% sin comprometer la seguridad del paciente. Sin embargo, su implementación enfrenta desafíos como infraestructura tecnológica inadecuada, conectividad limitada y falta de interoperabilidad. La IA tiene un gran potencial para analizar datos clínicos y mejorar la prescripción y el diagnóstico, pero la mayoría de sus aplicaciones han sido probadas en países de altos ingresos y carecen de evidencia sólida para su uso generalizado. Además, la escasez de datos de alta calidad limita la efectividad de los modelos predictivos en situaciones clínicas reales.
Finalmente, la resistencia a los antimicrobianos no es solo un fenómeno que deba abordarse desde una perspectiva microbiológica, sino también social, económico, ambiental y tecnológica. Requiere un enfoque integral, basado en la colaboración intersectorial, el fortalecimiento de los sistemas de salud, la educación médica continua, la participación comunitaria y el aprovechamiento de la tecnología digital e inteligencia artificial. la investigación científica y la innovación tecnológica deben avanzar de manera coordinada para evitar un futuro en el que las infecciones comunes vuelvan a ser letales.
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(*) Past decano del Colegio de Biólogos de Lambayeque
La región de Lambayeque se encuentra en la encrucijada de un desarrollo portuario significativo que podría transformar su economía y ofrecer nuevas oportunidades laborales. La creación de un terminal portuario en esta zona no solo es un proyecto de infraestructura, sino también una oportunidad para desarrollar capital humano especializado en áreas que serán vitales para su funcionamiento. De ahí la importancia de establecer un Instituto Náutico en Lambayeque, en colaboración con universidades locales.
El representante de la Gerencia de Producción, Alan Ramos, destaca que el año pasado se llevaron a cabo varias reuniones con el Instituto Náutico de Barcelona, donde se discutió la posibilidad de establecer una colaboración que permita trasladar su experiencia a Lambayeque. Esta iniciativa busca no solo aprovechar la infraestructura educativa existente, sino también enriquecer la oferta académica de universidades locales, como la Universidad Santo Toribio de Mogrovejo y la Universidad Pedro Ruiz Gallo. La propuesta inicial es ampliar la malla curricular de estas instituciones para incluir programas que respondan a la demanda de formación en áreas relacionadas con el manejo y reparación de embarcaciones, así como otras profesiones vinculadas al sector portuario.
El gobernador regional de Lambayeque, Jorge Pérez, enfatiza la importancia de trabajar en conjunto con la Marina Mercante y diversas universidades para crear una oferta educativa robusta. La visión es formar alianzas que permitan integrar la experiencia de instituciones ya establecidas, en lugar de crear nuevas desde cero. Esto no solo optimiza recursos, sino que también garantiza que la formación académica se adapte a las necesidades reales del mercado laboral.
Formación integral
Por su parte, el Dr. Manuel Arcenio Urcia Larios, ingeniero naval y mecánico con experiencia en la Università degli Studi di Trieste en Italia, ha subrayado la importancia de contar con una malla curricular actualizada para formar profesionales competentes en ingeniería naval y mecánica. Según él, es esencial que la carrera de ingeniería naval integre conocimientos de mecánica, ya que los ingenieros navales deben tener una comprensión integral de todos los componentes de un buque, desde su estructura hasta los sistemas de propulsión. Esta visión se complementa con su labor como fundador de la escuela de ingeniería naval en la USAT, donde la colaboración con la Universidad de Trieste ha sido clave para el desarrollo de un programa académico sólido. El Dr. Urcia enfatiza que la adaptación de los programas de estudio es fundamental para preparar ingenieros navales y mecánicos con un perfil integral, capaces de enfrentar los retos del sector y contribuir al manejo eficiente de embarcaciones y operaciones portuarias.
La experiencia previa de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo (USAT) en la formación de ingenieros navales es un indicador claro de la potencialidad que tiene la región para desarrollar una escuela de ingeniería naval. Aunque la carrera cerró temporalmente por razones internas, existe un alto interés en reabrirla, lo que podría alinearse perfectamente con la creación del Instituto Náutico en Lambayeque.
La propuesta es clara: en lugar de crear nuevas instituciones desde cero, es más eficiente y viable actualizar y adaptar las estructuras existentes en colaboración con instituciones internacionales que aporten su experiencia. La urgencia de formar profesionales capacitados es palpable, sobre todo considerando lo comentado oportunamente por Alan Ramos: “La lección aprendida en el caso de Olmos, donde la falta de personal especializado en agroindustria se convirtió en un obstáculo para el desarrollo”.
Desarrollo portuario
Es fundamental que las autoridades, las universidades y los institutos educativos trabajen en conjunto para crear un ecosistema educativo que responda a las necesidades del mercado laboral. La implementación de un Instituto Náutico en Lambayeque, en alianza con universidades locales, no solo sentaría las bases para un desarrollo sostenido en el sector portuario, sino que también contribuiría a la generación de empleo y al crecimiento económico de la región.
La educación debe ser vista como un pilar fundamental para el desarrollo. Con la colaboración adecuada y la visión de futuro, Lambayeque puede convertirse en un referente en la formación de profesionales del sector náutico, asegurando así que el futuro terminal portuario no solo sea un proyecto de infraestructura, sino también un motor de progreso y bienestar para toda la región.
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(*) Ingeniero Naval, magíster en Gestión Pública y con estudios de maestría en Administración Marítima y Portuaria.
Quien nace con cierta gracia en el rostro o con cierto color de ojos, de pronto es «blanquita» o tiene ese «airecito» de ser guapa, nos da más de un mensaje para sentir la diferencia cuando uno es «cobrizo» y con vientecito de ser «cholo» o «medio aserranao». Aunque otros tienen los ojos verdes, pero se apellidan Mondragón. Hablan con el supremo «dí», pero es oriundo de la sierra, que a su vez sus ancestros son más serranos que la papa. En este contexto, entre la belleza y la fealdad existen patrones que tienen que ver con la economía. En Cali, existe la industria de la cosmética, donde cada quien se cambia orejas, ingresan con ojos oscuros y salen de otro color, etc. En nuestro medio, cuando los complejos y vanidades resultan más fuertes que el autoconocimiento presidencial permite que la grasa corra desde el abdomen hasta el rostro, el objetivo consiste en verse bonita para el selfie y no saber que estaba frente a la prueba que la incrimina como mentirosa, terca y testaruda que cree que todos le creemos, tanto como que los Rolex fueron prestados por su wayki favorito.
No es pecado, tampoco delito verse bonita al pie del instrumental quirúrgico y hacernos creer que no abandonó su cargo presidencial, tampoco es criminal que, teniendo dinero suficiente, no acuda a la clínica para acomodarse los cornetes y pueda respirar mejor la podredumbre de su gobierno. Cuando oí eso de su «nariz bonita», pensé que le hacía falta olfato político para darse cuenta de que su gestión es denigrante de la mano del poder. Pensé que se había acostumbrado al maloliente poder que había creado, pensé que su falta de olfato político frente al poder de la corrupción le permitiera tomar decisiones más adecuadas y hacer sagrados deslindes para desprenderse de su ministro favorito. Nada de eso. La simbiosis atrevida entre política y belleza la ha puesto al descubierto, pues se convirtió en la «mami» que deja sus obligaciones por algo banal para verse bonita y con una nariz que no podría meterla en cualquier lado excepto crueles insinuaciones de quien sería el padre, cuyo silencio atrofiado es insano y los hijos abandonados a su suerte.
Las situaciones dicotómicas generadas para quienes la defienden y quienes la detestamos es una quimera para la farándula política, para unos fue delirante defenderla de otros patanes, que fácilmente diría: «no Quero que nadie me defienda», porque el ignorante de la educación es un servil ministro importado que cuida de su salud funcional. Insistir con la mentira y haberse sustraído su propia historia médica forma parte de la narrativa del poder siniestro. Buscar la belleza fue tan real como los estudios de Morgan Quero, que estudió en la Universidad Autónoma de México, Universidad de París y Universidad de Grenoble (Francia), ¿para qué tanta sabiduría?, ¿para defender una mentira? Se evidencia que, en política, cualquier imberbe con estudios europeos piensa que la belleza es la necesidad femenina en el máximo límite del poder. Verse bonita trasladando grasita de un lado a otro, quitarse las bolsas y aflojarse los cornetes significa una vanidad humana que representa el reducido autoconocimiento, solo exalta el poder.
Las necesidades de la sociedad «de a pie» se resuelven con trabajo, no importa cuál sea el oficio, pero hay miles de personas que no comen si no trabajan, que no se visten bien si no trabajan, que no pueden ir al cine si no trabajan, que se ven «feítas» porque no invierten. Hay quienes prefieren ser honestas antes que ir a la peluquería, otras se muerden las uñas antes que hacerse una manicure y otras prefieren sonreír «al natural» antes que presumir belleza debajo de una operación funcional. Ello significa suficiente autoconocimiento, significa reconocer sus propios límites, son conscientes de lo que pueden hacer frente a una necesidad banal. Para finalizar, ostentar el máximo cargo y la supremacía del poder presidencial debería significar el reconocimiento y discriminación del deber ante un país y no la flatulencia de una decisión equivocada que valora superficialidades y remoción de grasita para verse distinta, porque al no pagar sus «jales y estirones de piel» la hacen bien feíta, pagando con cargos a diestra y siniestra.
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(*) Investigador Renacyt. Palmas Magisteriales 2016.
Tener sed no sólo es un deseo fisiológico intenso e interno. Toda sed clama ser saciada, además se torna angustiante cuando se siente que no se satisface. Lo desesperante incluso es si, ante una sed excesiva más un calor sofocante, y habiendo agua para beber, que ningún samaritano se atreva a superar cualquier impedimento para salvar al sediento. Quizá se posee agua, pero sin aguador la sed subsiste.
Lo dicho por Jesús: “Tengo sed” (Jn, 19, 28) es palabra puente entre las cuatro anteriores y las dos últimas dichas por él. Las dos últimas expresan la entrega total. Es el designio del destino humano que es finito. Es la consumación o el último instante de vida ofrecida al dador de ella. No hay más qué hacer ni qué decir. En manos del misterio de la infinitud se entrega la finitud de lo vivido. Esa consumación implica que por fin toda necesidad o todo deseo jamás saciado en vida por fin se calma en aquella entrega última. En aquel final, nuestra excesiva sed humana -por fin- será saciada en sí al beber de la fuente de agua eterna. Toda sed no colmada en vida, al final del camino será en definitiva la experiencia de la comprensión plena gracias a esa fuente eterna jamás vacía. Seremos saciados como hizo la mujer samaritana que al pie de la fuente supo saciar la sed de Jesús: “¿Cómo tú… me pides a mí de beber que soy mujer…? Jesús respondió: Si tú conocieras a Dios (¡Jamás tendrías sed!)…mujer, dame tú de beber…y Él te dará a ti agua viva (y vivirás para siempre)”.
Reflexión de mayor alcance
Esta quinta palabra, además, impulsa una reflexión cristiana de mayor alcance. Al contemplar (que sería orar) las anteriores cuatro palabras, advertiremos en su expresión el vaivén de nuestras más hondas necesidades existenciales, con las que nos enfrentamos a diario. Es una sed más existencial que corporal. Es una sed social que nos examina en si estamos trascendiendo conformando el sentido de nuestra vida comunitaria conforme al querer divino más no estancados en una simple sed física fácil quizá de saciar.
Es una sed humana que desea transformar su interior en un ser más humano o menos inhumano. Una sed de esperanza de que podemos saciar esa necesidad de aprender a convivir entre ciudadanos en esta pujante sociedad peruana (y chiclayana). De tratarnos fraternalmente. Sed de desear dejar de mirarnos como meras cosas sin valía ni dignidad. Que tengamos sed de sentir socialmente que sí valoramos la vida humana porque estamos convencidos de que es un valor social inalienable. Que sintamos -de verdad- que saciamos esa sed al sentirnos fraternos. ¿Qué beneficios trae beber esta agua? Sus propiedades son de protección al más vulnerable, custodia al indefenso y ayuda solidaria al más pobre, a los sin voz, a los que huyen sin éxito de la violencia callejera o alberga al huérfano a quien la bala criminal le arrebató su hogar.
Sed de perdón
Es una sed de perdón. Quien condiciona su perdón desfallece por deshidratación amorosa en su corazón. Ante una petición del mismo, acogiendo lo justo, es sabio perdonar para hacer posible que se recupere la promesa que unió una relación la que quizá una ofensa dañó. De alguna manera, por diversas razones, transitamos sedientos de la acción del perdón. Nos hace falta practicarla para resocializarnos una vez más. Así como el buen ladrón al pie de la cruz, nos hace falta sentir esa sed de perdón. Ese “ladrón bueno” en medio de su miseria supo reconocer cuál fue su falta. Sin hundirse en su culpa, sale de sí mismo, y pide vivir la experiencia de saciar su sed pecadora. Sentirse pecador al umbral de su muerte -junto a su amigo Jesús- sentirá el triunfo de una vida humana sana y digna en su totalidad por y hasta siempre.
Sed de sentirse querido. De esto todos experimentamos gracias al querer casero del amor materno. De experimentar sentirse protegido también por papá. Es usual que una madre cuide del hijo incluso al extremo de no importarle cuan miserable él haya sido. Un amor de madre parecido al del padre sería como el visto en la parábola del hijo pródigo: “… Traigan el ternero más gordo y mátenlo para celebrar un banquete. Porque este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero lo hemos encontrado…“ (Lc. 15, 23-24). Es probable que, en repetidas ocasiones, tercamente hemos sido hijos in-fraternos o hijas desagradecidas, hasta quizá mezquinos o malvadas. Si en alguna ocasión pusimos en jaque nuestro ser buen hijo o ser buena hija, solo en el abrazo del Dios de Jesús se recuperará la gracia de sentirnos renovados en el amor. En Él no hay forma de sentirse jamás no querido ni no amado. En su amor paterno maternal se recupera el verdadero sentido de re aprender de cómo amor filialmente.
Solo el amor calmará toda sed por más insaciable y extrema que ésta sea. Quien no beba de esta fuente -del amor-, carecerá de sed samaritana y vivirá en la soledad y su ser in-fraterno reinará por siempre en las acciones y en las ideas de su corazón. Pero quien desee beber más de aquella agua cuya propiedad es la de proceder como Jesús procede conocerá de buena mano que la única fuente del sentido de la vida es saber vivir en fraternidad, sirviendo y amando a los demás. Es en el modo de querer de en todo amar y servir que sí se podrá saciar innegablemente toda sed existencial. ¡Qué deseemos tener esta sed de amar y servir más y mejor!
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Ingeniero y filósofo. Magíster en Administración y Gestión de Tecnologías de la Información y Comunicación.
Pronunciada por Jesús en la cruz es una de las frases más profundas y desconcertantes de la Escritura, que se menciona en los evangelios de Mateo y Marcos. Mientras esta exhortación fue el resultado del sufrimiento y la angustia de Cristo, que, sin duda, sufrió extremadamente durante la crucifixión, no trata solo sobre la agonía física. Por el contrario, también se extiende a los aspectos más profundos de la teología cristiana, religados a la experiencia del sufrimiento humano y de la relación con Dios. Esta reflexión puede tener un eco profundo en el ámbito familiar, ya que muchas veces, las familias atraviesan momentos de dolor, angustia y aparente abandono que pueden parecer insuperables. A través de este pasaje, se puede explorar la presencia de Dios en medio del sufrimiento familiar y cómo la fe y el amor se mantienen vivos incluso cuando se experimenta la ausencia de respuestas inmediatas.
En primer lugar, la exclamación de Jesús, que se encuentra en el contexto de su dolor extremo, refleja una de las características más universales de la experiencia humana: el sufrimiento. Jesús, al igual que cualquier ser humano, experimentó el dolor físico, emocional y espiritual de una manera radicalmente profunda. Al pronunciar estas palabras, Él no está negando la relación con el Padre, sino que está expresando el sentimiento de desolación, la sensación de separación de Dios en ese momento de crisis. En el ámbito familiar, este tipo de sufrimiento puede verse reflejado en situaciones de pérdida, enfermedades graves, crisis económicas, o conflictos familiares que parecen alterar el orden natural de la vida, llevándonos a cuestionar la cercanía de Dios.
En la tradición teológica, la frase de Jesús se entiende no solo como una expresión de angustia, sino también como un acto profundo de identificación con el sufrimiento humano. El hecho de que Jesús, el Hijo de Dios, haya experimentado este sentimiento de abandono tiene implicaciones teológicas significativas. De acuerdo con algunos teólogos, la cruz es el lugar donde Dios se hace completamente accesible a la experiencia humana; en el dolor más extremo, Dios no se distancia del sufrimiento humano, sino que se hace uno con él. En su abandono, Cristo no está alejándose de la presencia de Dios, sino que está asumiendo el pecado y el sufrimiento del mundo, tomando sobre sí mismo el peso de la separación que el pecado genera entre el hombre y Dios.
Acercarse a Dios
Por más difícil que sea el sufrimiento, puede ser una forma de acercamiento hacia Dios; nunca se debe pensar en el sufrimiento como abandono. Dura y extraordinaria puede ser la vida de una persona; puede cambiar por completo al sufrir en familia, pero al mismo tiempo, sufrir puede ser transformador en las relaciones familiares y la vida espiritual. Tal y como sucede en la cruz, las partes más oscuras de la vida revelan la existencia de Dios, su redención y todo el consuelo que necesita aquel que sufre.
La sensación de que Dios guarda silencio frente al sufrimiento es otro aspecto que este pasaje toca de manera relevante para las familias. Muchas veces, las personas atraviesan momentos de crisis sin recibir respuestas claras o inmediatas a sus preguntas. Sin embargo, teológicamente, el silencio de Dios no implica ausencia de su amor o de su presencia. Al contrario, el silencio de Dios en la cruz es el acto supremo de amor. Dios, en su amor infinito, no evita el sufrimiento humano, sino que lo asume completamente. En la familia, el silencio de Dios frente a las dificultades puede ser interpretado como una invitación a confiar más plenamente en Él, a vivir una fe madura que no depende de respuestas inmediatas, sino de la esperanza que brota de la relación continua con Dios. Esta fe, que se expresa incluso en medio del dolor, es capaz de transformar la experiencia del sufrimiento, dándole un sentido redentor.
En definitiva, el grito de Jesús “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado” se convierte en una invitación para las familias a afrontar el sufrimiento con la esperanza que, aunque Dios esté aparentemente en silencio, está presente y transformando la cruz en salvación. También esta expresión de Jesús puede animar a vivir el sufrimiento de manera comunitaria. Después de haber sido abandonado, Jesús, no está solo en su sufrimiento y las familias que enfrentan problemas, están llamadas a vivir el dolor solidariamente. La comunidad cristiana como cuerpo de Cristo juega un papel fundamental en este proceso, porque motiva a cada miembro a avanzar en el camino como Cristo con sus discípulos, compartiendo el sufrimiento y también la esperanza.
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(*) Educador. Docente universitario e investigador.