No hay duda que vivimos un periodo especial, como país y como regiones, periodo que está marcado por los impactos causados por la corrupción a la peruana, protagonizada por la élite política y económica del Perú en favor de grandes intereses corporativos nativos o extranjeros. Este impacto se traduce en la ola de repudio a quienes han sido protagonistas, facilitadores o soportes de la corrupción, lo que se ha traducido en el castigo electoral al que han sido sometidos sus expresiones políticas más evidentes: Apra, Fuerza Popular, Solidaridad Nacional, PPC, Contigo y también Juntos por el Perú.
Producidos lo resultados electorales y constatando las fuerzas emergentes que trae el huayco de repudio a la corrupción, empieza a aflorar el temor a lo desconocido, a lo incierto, a lo no previsto. El ascenso del FREPAP como tercera fuerza política nacional y la irrupción, del Antaurismo (Unión por el Perú) como una fuerza importante, han creado un terremoto político que se va a traducir en el miedo a la radicalización del escenario para las próximas elecciones generales. La tarea de los defensores del sistema es muy clara: desprestigiar, dividir y pulverizar estas amenazas incluso antes de la instalación del Congreso y eso explica su aparición continua en los medios nacionales.
Por su parte los líderes de la izquierda peruana siguen con su apuesta grupal de asegurarse su curul y se niegan a convertirse en una fuerza que aspira al poder del Estado. Se ve con claridad que no sintonizan con el viraje que está dando el electorado y que es capitalizado por las fuerzas emergentes “antisistema” como suelen llamarlos. Sólo así se justifica que el voto de la izquierda militante se disuelva entre Juntos por el Perú, Frente Amplio y Fuerza Democrática, que no son capaces de atraer votantes del flanco derecho, ni del flanco izquierdo y se quedan con su votación histórica de alrededor del 15%. ¿Marco Arana y Verónica Mendoza tendrán la capacidad para surfear en estas agitadas aguas y hacer una propuesta de unidad de la izquierda peruana?
Ante este temor a la radicalización y el estruendoso revés de partidos conservadores (PPC, Apra, Solidaridad Nacional, Fuerza Popular) existe la sensación que la derecha conservadora ha quedado sin representantes y ese vacío tiene que ser llenado por alguno de los partidos representados en el futuro Congreso o por uno nuevo que tendrá que surgir. Es muy posible que Acción Popular, con Alfredo Barnechea a la cabeza, asuma esa representación para colocar en el centro de la estrategia política la lucha contra las fuerzas emergentes y las tendencias de izquierda. Si lo anterior no funciona entonces será Fuerza Popular que lo asuma y, de ser así, tendremos frecuentes cruces de misiles entre una Martha Chávez y un Antauro Humala o alguno de sus representes.
Visto de manera global, la izquierda peruana no ha sabido aprovechar la oleada de rechazo a la corrupción y a la política no distributiva de los sucesivos gobiernos y canalizarla para fortalecer una opción de izquierda más orgánica, más de estos tiempos. Es posible también que alguno de los partidos conservadores inicie un proceso de viraje hacia la izquierda y en este escenario no es muy difícil pensar que Acción Popular, con un líder distinto, recupere su tendencia reformista que lo llevó al poder por primera vez y termine proclamando “El Perú como doctrina”. No nos extrañaría tampoco que el Apra, incluyendo la vieja guardia, recupere su discurso auroral de “justicia social”, pan con libertad que lo ubicó en la izquierda por un largo periodo. Al fin se trata de posibilidades, de probables estrategias, no necesariamente que sean políticamente viables.
Tenemos entonces a los grandes temas que serán (ya lo son) protagonistas de la política peruana en los próximos 18 meses: la corrupción a la peruana y los emergentes de la política peruana. ¿Será posible que aparezca otro tema que centre la atención de la prensa nacional?.
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*Investigador de INDER.
