El 28 de julio pasado, el tradicional Mensaje a la Nación trajo un anuncio que reavivó la confrontación entre el Ejecutivo y el Legislativo que vivimos desde la accidentada elección de 2016. El presidente Martín Vizcarra anunció que pediría una reforma constitucional y un referéndum para acortar el mandato de quienes fueron elegidos en 2016, a fin de realizar nuevas elecciones para Presidente y Congreso el próximo año 2020. En medio de los gritos y abucheos de los parlamentarios, Vizcarra concluyó con un “Con esta acción se reforzarán los cimientos de nuestra República, aunque ello implique que todos nos tengamos que ir”.
En marzo de 2018, al iniciar su gestión tras la renuncia de PPK, Vizcarra optó por intentar poner paños fríos a la situación candente dejada por dos intentos de vacancia, un indulto navideño y la renuncia de PPK, dialogando para ello con la líder de la oposición, Keiko Fujimori, intento fugaz. Estallados los escándalos de los audios de los “hermanitos”, Vizcarra encontró una oportunidad para su alicaída gestión. Las ideas de reforma política y el referéndum del año pasado despertaron una evidente expectativa, pero la labor del Congreso hizo sumamente difícil la redacción de dichas propuestas, hasta el punto de desvirtuarlas. La terquedad de la bancada mayoritaria en el Congreso (blindajes cuestionados, leyes criticables), qué duda cabe, ha brindado argumentos a la crítica ciudadana, de la que se ha aprovechado el presidente para obtener respaldo, como lo evidencian las encuestas. Y este Mensaje presidencial ha coronado ese esfuerzo: si se analizan las encuestas, el respaldo a Vizcarra viene por la “lucha contra la corrupción” mas que por logros evidentes en la labor de gobierno.
En cuanto a obras apreciables, no se ha podido apreciar mucho en la gestión de Vizcarra, y no puede achacar todo a la oposición del Congreso. El Perú ha perdido puntos en el ranking mundial de competitividad, la pobreza ha aumentado por primera vez en años, y los megaproyectos han quedado paralizados o avanzan a ritmo lento. Las inversiones se hacen necesarias, pero en estos momentos, en Arequipa, se vive una situación compleja debido a la licencia del proyecto minero Tía María, con bloqueo de carreteras y ataques a la propiedad pública y privada, lo que ha obligado al gobierno (al momento que escribimos) a enviar a las fuerzas militares a la zona. Confiemos no termine en un baño de sangre. También hay manifestaciones en el Cuzco por el tema del canon, y el constante drama del derrame de petróleo en la selva norte, por mencionar algunos de los problemas que causan protestas a nivel social.
Nunca en la historia republicana peruana se ha visto una salida institucional a una pugna entre el Ejecutivo y el Legislativo, pues siempre ha terminado imponiéndose un poder sobre el otro. Y es que por desgracia, el dialogo en nuestra clase política nunca ha sido fácil; en un reciente artículo, un columnista de El Comercio consideraba que quienes pedían diálogo podían ser considerados o ingenuos o cínicos. De la crisis que vivimos, somos responsables todos: desde los ciudadanos por su pésima capacidad de elección (¿quién votó para que personas tan cuestionables pululen en el Palacio Legislativo? Habría que hacer una autocrítica ciudadana y aprender a elegir, en 2020 0 2021, a mejores representantes), a la bancada mayoritaria por su terca arrogancia en defender causas imposibles, al presidente empeñado en una política de “pechar” al Congreso. Es posible que Vizcarra prefiera irse ante tanta confrontación, dejando la imagen de un presidente capaz de sacrificar su poder por el bien del país. La actitud de la segunda vicepresidenta, Mercedes Aráoz, que ha manifestado no confiar en el presidente, no deja de generar suspicacia. Y ni qué decir del Congreso, la instancia que debe aprobar el adelanto de elecciones; por ahora, el presidente del Consejo de Ministros ha iniciado rondas de diálogo con las distintas bancadas.
Al finalizar este artículo, un destacado líder de la izquierda ha sido condenado a prisión efectiva, encontrándose no habido. Las redes sociales han informado de una serie de revelaciones de Odebrecht en Brasil, que revelarían que los sobornos de la constructora eran más fuertes de lo pensado, incluyendo a varios periodistas. Prácticamente todos los actores políticos han quedado manchados con la podredumbre de la corrupción, situación en la que la idea del adelanto de elecciones crearía un escenario sumamente imprevisible. ¿Cómo llegará la República a un próximo 28 de julio (sea 2020, sea 2021)?