Messi, Cristiano Ronaldo y Neymar. Los tres mejores jugadores de fútbol a nivel mundial del año pasado. Cada uno con su estilo, con su destreza, con su técnica para pegarle al balón. Cada uno con su propia hinchada, con sus detractores y con los millones de compatriotas que se esperanzan en ellos cuando juega su respectiva selección nacional. Este 2016 es un año que jamás olvidarán, los tres vivieron diferentes emociones que terminaron en lágrimas, demostrando el lado humano que muchos olvidamos que tienen. Solamente nos centramos en el espectáculo que nos ofrecen y somos indiferentes a las sensaciones, sueños y ambiciones de estos cracks del fútbol.
Casualmente, las lágrimas fueron cayendo según el orden en que fueron elegidos los reyes del balompié en el 2015. Primero sería el turno de Lionel. Era la máxima oportunidad para campeonar con su selección después de haber perdido las finales de Venezuela 2007, Brasil 2014 y Chile 2015. Un Mundial y dos Copa América ya parecían suficiente castigo pero no fue así. El “10” tuvo que afrontar otra frustración más al perder una nueva final en Estados Unidos. Y entonces, pasó. Algo que no habíamos visto nunca en el argentino, algo que humanizaba al actual “dios del fútbol”. Messi derramaba lágrimas de rabia, de dolor, de impotencia. No le parecía justo que la vida le negara siquiera un trofeo con la albiceleste, después de haberlo deleitado con tantos premios a nivel personal y de clubes.
Turno de Cristiano Ronaldo. Con tres balones de oro en su haber, es el firme candidato a llevarse el cuarto este año. En mayo ganó con Real Madrid la Champions League pero el luso quería más. Al igual que Messi, aún no había logrado nada con su selección y la Eurocopa 2016 se presentaba como una linda oportunidad, considerando que lo encontraba en su mejor momento y que ya no es un chiquillo. El portugués brilló en el torneo, clasificó a la gran final contra la anfitriona Francia y a los 25 minutos fue retirado del campo por una fuerte lesión. Lágrimas que conmovieron al mundo entero. No era para menos. Había esperado tanto ese partido y tuvo que salir de esa manera. Sin embargo, por esas cosas de la vida, al final celebró con su país la obtención del ansiado título que los coronaba como campeones de Europa.
Neymar. El astro brasileño tuvo la “mala suerte” de perderse aquella semifinal contra Alemania en el 2014. Muchos dicen que con “Ney” en el campo, la historia no hubiera sido la misma. Y tal vez sea cierto, el talento del azulgrana es envidiable, en Barcelona es el socio perfecto de Messi y en la selección resalta claramente sobre sus compañeros. Habiendo perdido el Mundial hace 2 años, los Juegos Olímpicos tenían que ser suyos. Y vaya que logró un trofeo muy valioso, pues fue la primera medalla de oro para Brasil en fútbol, muy destacable. Neymar no solamente jugó bien, sino que fue un gran capitán y demostró liderazgo, algo que no todos tienen. Sus lágrimas al campeonar transmitieron la inmensa felicidad que sentía al poder darle un título a su país, que tan golpeado había quedado tras el mítico 7-1 .
3 grandes. 3 personalidades muy diferentes. 3 tipos de lágrimas. Frustración, impotencia y éxtasis. ¿Quién iba a pensar que este año veríamos a llorar así a los genios del fútbol? Sólo queda agradecerles por su entrega, magia y goles. 3 profesionales que están en los clubes más grandes de Europa por su disciplina, constancia y exigencia. Cada quién con su forma de ser pero muy responsables para llevar a cabo una vida dedicada a este maravilloso deporte que tantas emociones nos brinda día a día. Que las lágrimas derramadas sirvan para superación profesional, para crecer aun más; pues al margen de cualquier resultado, fueron lágrimas de campeones.