Los hechos recientes nos demuestran claramente que para mentir y comer pescado hay que tener mucho cuidado. Y aunque los tiempos del bacalao ya pasaron, el olor a putrefacción preñada de cinismo ha salido de las bocas de casi todos los actores presentes en los hechos políticos de los últimos meses.
Los días previos a la renuncia de presidente Pedro Pablo Kuczynski solamente han sido la cereza que coronó el pastel, porque todo lo anterior ya lo sabíamos. Descubrir, por ejemplo, que se ha formado en el Perú una pirámide de corrupción que vive de los diezmos en las obras y proyectos públicos es como tratar de decir que recién nos damos cuenta de la redondez del planeta.
Mil historias que ahora todos niegan (por supuesto) para no ser acusados de colusión, se conocen desde las épocas viejas en que para visitar al sectorista del Ministerio de Economía y Finanzas se debía colectar primero una bolsa para llevar los regalos, los sacos de azúcar y arroz, los kingkones y demás, así como el billete que poco a poco y sin mayor vergüenza algunos malos funcionarios de la capital exigían como requisito para declarar la viabilidad de los proyectos presentados por los municipios y luego por los gobiernos regionales. Es decir, si no te matriculas, no pasas. La fórmula más simple para llenarse los bolsillos y que saltó claramente dentro de una conversación que se debe expresar con voz alta y clara: dentro de una conversación entre ladrones.
Hoy el Perú presencia lo que producen los árboles que él mismo sembró con su displicencia. Y es que a nadie le ha interesado realmente el sector público más allá que para asumirlo como una fuente para enriquecerse indebidamente. Y las personas que han llegado con mucha buena fe a desempeñarse en un cargo al servicio del Estado y del gobierno de turno lo único que han recogido son decepciones, acusaciones y pobrezas, tildadas generalmente de “no contar con muñeca política”.
¿Y que es “muñeca política”? Explíquemelo alguien para sacar de mi cabeza que eso es sinónimo de “maña y sinvergüencería”. Al gobierno de PPK se le acusa de haber abundado en técnicos y haber carecido de políticos. ¿Y en qué quedaron entonces los “técnicos”? ¿Lograron junto con el Congreso tecnificar a la muñeca política?
Y estas decepciones les ocurren a muchos en el Perú. Autoridades que conozco, legítimamente electas y que llegaron con buena fe al cargo público terminan -entre decepcionados y acusados- a veces lamentablemente involucrados y comprometidos por haber seguido los consejos de los “mañosos políticos” que se colocaron a su lado y les hicieron entender “a cocachos” que para conseguir un resultado tienen que empezar ingresando al mundo sucio de la negociación indebida con unos sinvergüenzas de cuello y corbata que dirigen todo desde el centro del Perú.
Casos hay varios. Uno de ellos me preocupa, porque lo he escuchado directamente en sus convicciones y en su sinceridad que muchas veces nos hace pensar y repensar. Nuestro actual gobernador regional dejará el cargo próximamente; puede ser que en diciembre próximo, como corresponde o puede ser que antes de eso para postular a otra ubicación, tal como se está comentando en los últimos días. Pero me pregunto con la mejor intención: ¿sería saludable dar un paso de este tipo, arriesgando posiciones dentro de un sistema político que necesita una limpieza total antes de todo? ¿No es mejor que Humberto Acuña entre en un proceso de meditación, reflexión, concentración, estudio y preparación para tomar impulso y tal vez regresar con la experiencia de ocho años en un gobierno regional en otro proceso electoral y no en el del 7 de octubre próximo?
Creo que hacer lo contrario es ponerse en riesgo, pues mirándolo a los ojos puedo decirle que no tiene un equipo consistente de personas que lo ayuden a dominar al dragón central con éxito. “No voy a postular a nada el 2018. Tomen nota bien los opositores políticos y toda la población a la que me debo. Me tomaré un año sabático, y cada día que queda hasta el último de mi mandato que fenece el 31 de diciembre del 2018, será para cumplir con todos los Lambayecanos”, dijo el gobernador Humberto Acuña Peralta en entrevista con Expresión, edición 1010.
Traigo a colación estas frases ahora que estamos a unos días de la renuncia de los funcionarios públicos para participar de las elecciones regionales y municipales 2018. La razón es porque insistentemente una facción de Alianza Para el Progreso presiona de toda forma a Acuña para aceptar su postulación a la alcaldía de la provincia de Chiclayo o a la gobernación de Cajamarca.
Por dos períodos Humberto Acuña ha dirigido el Gobierno Regional de Lambayeque y si se le tiene que reconocer logros para los lambayecanos, entre lo más destacable es el presupuesto histórico conseguido y que marca una ruta para los venideros. Cada obra en diferente sector será juzgada en la medida de su calidad, inversión y beneficio al pueblo lambayecano. No puedo dejar de señalar que el tiempo le ganó y en el tintero quedan dos grandes obras que quien lo suceda ha de ejecutar: La Calzada cuyos estudios están realizados y de los que no se ha pronunciado a pesar de los amplios informes periodísticos publicados por Expresión y el Terminal Marítimo del que reconocemos hizo denodados esfuerzos para su inclusión en el Plan Nacional de Desarrollo Portuario, su saneamiento físico legal y los Estudios Técnicos que marcan la ruta para su construcción.
Recuerdo también que hace tiempo Humberto Acuña confesó a Expresión que estos años de función pública le han servido para conocer al monstruo público por dentro. Expresó también que no estaba satisfecho con lo que podía haber alcanzado y tampoco creía haber llegado a cumplir su aspiración de realizar un gobierno que pudiera limpiar en ocho años todo un escenario de malas prácticas que hasta hoy siguen vigentes a pesar de sus esfuerzos.
Por ello es válida la pregunta: ¿debe Acuña apostar por un salto peligroso que lo lleve al vacío? Ahora que reclamamos la práctica de valores en esta compleja situación política, que el bicho político ya en sus venas no le permitirá honrar su palabra aún cuando es muy cuidadoso de ella. ¿Quo Vadis señor gobernador Humberto Acuña? Mucho por aclarar en el campo regional.
Y en el escenario nacional hoy en tiempos de los ángeles caídos, creo que lo que debemos hacer todos en el Perú es encargarnos de mirar la gestión pública para mejorarla desde sus bases, allí tenemos la ciudadanía peruana enorme responsabilidad de poner nuestros ojos no solo en los políticos, sino en los funcionarios de larga data que conocen como se jalan los hilos en el monstruo público.
Quiero por ello preguntar: ¿dónde están los críticos de la sociedad civil que no se preocupan de que cada municipio y gobierno regional tengan Sistemas de Control Interno que puedan realmente sancionar a los malos servidores?
¿Por qué permitimos que se siga impidiendo el cambio dentro del sector público?, ¿por qué seguimos arriesgando a pagar miserias dentro del Estado a cambio de servicios que realizan contrataciones millonarias? ¿Somos ciegos o tontos? Esas cuestiones deben resolverse antes de seguir un peregrinaje de descrédito y de complicidad que al final no podremos explicar. A buen entendedor, sencillas palabras.
Por ello ahora en tiempo de ángeles caídos: ¿A dónde vamos amigos míos?