Nos entristece enormemente la situación de nuestro querido Chiclayo, año y medio de la gestión Cornejo Chinguel y sus principales problemas no se solucionan.
No necesitamos ser analistas políticos o de otras profesiones para darnos cuenta, por sentido común, que esta ciudad está alejada de lo que es una metrópoli que muestre desarrollo y orden para beneficio de sus vecinos y estos logren una mejor calidad de vida.
En 18 meses la gestión no ha podido superar ni siquiera las cosas mínimas. Vemos un centro caótico, con comercio ambulatorio que gana cada día las calles principales de la ciudad, pareciera que más de los días hay ferias en las avenidas y calles Balta, Ízaga, Elías Aguirre, San José, Vicente de la Vega, Pedro Ruiz, y ni hablar más de lo que hoy presentan Arica, Juan Cuglievan y Manuel Pardo.
Es que la verdad no se siente que tengamos una autoridad municipal, o un primer vecino que sienta nuestros problemas y entonces volvemos al inicio de cómo, por quién y qué hemos hecho los chiclayanos para merecer tanta incapacidad de parte de los gobernantes de turno.
El problema del Mercado Modelo, que es una bomba de tiempo para todos los que a diario pisamos este centro de abastos, no será solucionado por las autoridades municipales, aun cuando hayan obtenido una Ley de Expropiación, está norma solo es política, para la foto, menos para solucionar el problema integral de los comerciantes y chiclayanos.
La comuna no es sujeta de crédito en el sistema financiero para obtener partidas que puedan otorgar los bancos o cualquier entidad económica, a lo que se suman los procesos legales con demandas millonarias que deberá enfrentar por parte de los propietarios de las 36 tiendas del Modelo, a quienes nadie podrá anularles sus títulos como dueños.
La inversión efectuada en el predio Mercados del Pueblo, donde se pretendió ingresar a más de 350 comerciantes, ha resultado un fracaso producto de la falta de capacidad técnica y de planificación.
El Terminal Terrestre quedará seguramente estancado un período municipal más y, por lo tanto, el desorden y la tugurización vehicular continuarán, avergonzándonos con los turistas nacionales, extranjeros y los propios vecinos de la ciudad, lo que nos deja un sabor amargo. No hay un líder que nos represente para solucionar este enorme problema que nos presenta como ciudad desordenada.
En la contrariedad de la limpieza, reconozco que el Proyecto Chiclayo Limpio hace denodados esfuerzos por mantener pulcra la ciudad. Sin embargo, la falta de autoridad y de compromiso sostenido entre todos los ciudadanos no permite avanzar en otra de las grandes dificultades que tenemos como ciudad: la institucionalidad.
En lo últimos días hemos sido testigos de denuncias que ponen entre dicho la transparencia y buen manejo municipal. La duda que el manejo municipal sea profesional está ya en la mente de los chiclayanos. Lo digo porque el que avaló, acompañó en campaña, aquél que dijo que ponía las manos al fuego por el que ahora es el burgomaestre chiclayano, hoy lo acusa de posibles casos de corrupción.
Me refiero a Guillermo Segura Díaz, quien abiertamente en rueda de prensa denunció presuntas irregularidades en las compras y contrataciones de la gestión que dirige el alcalde David Cornejo Chinguel. El primer regidor con documentos en mano ha referido que existen familiares directos de los gerentes de la administración Cornejo participando de los comités de selección e incluso compras por encima del valor comercial actual en distintas áreas de la comuna.
La denuncia respectiva ha sido al cierre de esta edición presentada ante el Ministerio Público y la Procuraduría Pública Anticorrupción de Lambayeque. Segura Díaz no está solo, está acompañado de cinco regidores de oposición quienes aseguran haber investigado y cruzado información respecto a posibles malos manejos.
Cuando creíamos que esas viejas prácticas montesinistas del ataque verbal y físico se habían ido con la dictadura fujimorista, volvemos a comprobar que los malos ejemplos han quedado en personas que dicen representar a los chiclayanos.
Una denuncia bien formulada debe ser amparada y avalada por el burgomaestre Cornejo Chinguel, eso hablaría de su honestidad y de defender los intereses de Chiclayo, pero a luces comprobamos que no es así. ¿Cómo es posible que la hermana de su Coordinadora de Alcaldía haya ingresado en su gestión y que forme parte de importante comité de adquisiciones? La imagen que presenta ante la ciudadanía es que hay pues un sesgo de favoritismo a personas que se aprovechan del aparato municipal.
Guillermo Segura Díaz fue uno de los artífices de las denuncias contra los implicados en “Los limpios de la corrupción”, varios de ellos presos hoy en día, encabezados por el propio exalcalde Roberto Torres Gonzáles. Como abogado y político Segura tiene amplia experiencia en investigar hechos como los denunciados, frente a los cuales el Ministerio Público y la Procuraduría Anticorrupción deben actuar de inmediato, sin pérdida de tiempo.
Entre tanto, los huecos que presentan las diversas pistas de nuestro querido Chiclayo, las veredas destrozadas, el desorden ambulatorio, la inseguridad ciudadana, el desorden vehicular, la falta del Terrapuerto y los principales proyectos para ver un Chiclayo desarrollado seguramente tendrán que esperar a que llegue una nueva elección municipal.
Cuidado, que la desazón de la ciudadanía puede avivar los fuegos de una revocatoria que, sin dudarlo, resultaría exitosa. Quizá con Roberto Torres la población fue permisible y hasta cierto punto cómplice con su inacción, pero como dice el adagio popular: “solo una vez capan al chancho”.
Siendo así, ¿quién salvaría a David Cornejo si ya no tiene el respaldo político y económico de Alianza Para el Progreso? ¿Acaso el aparato y los legisladores fujimoristas? Ojalá y si la revocatoria se emprende la respuesta no sea echar a andar la maquinaria municipal.