La Copa América Centenario 2016 está muy próxima y la gente empieza a tener expectativa por la participación de Perú en esta edición. A mi parecer, no debemos hacernos ilusiones. ¿Por qué? Pues aún levantando el trofeo, no nos va a clasificar a Rusia 2018 (el verdadero objetivo, del cual estamos tan lejos). ¿De qué nos sirve destacar otra vez en este atractivo torneo y subir al podio cuando sabemos que probablemente le vamos a decir adiós al Mundial de forma prematura? En las últimas dos ediciones hemos traído la medalla de bronce. Para las Clasificatorias a Brasil 2014 quedamos séptimos de nueve países, y hoy en día estamos al borde de la eliminación.
No estamos siendo serios. Ni los dirigentes, ni el cuerpo técnico, ni los jugadores, ni los hinchas. “Estados Unidos 2016” debe ser el pretexto perfecto para entrenar al máximo, probar esquemas y TRABAJAR DE VERDAD. Yo no sé si el 01 de mayo, Gareca habrá recibido unos sinceros saludos por el Día del Trabajo. Yo no lo hubiera felicitado y pienso que muchos deben estar de acuerdo conmigo. Creo que el argentino ha tomado su cargo como una buena excusa para hacer turismo europeo, pues va yendo dos veces al viejo continente y “parece” que no nos ha servido de mucho. ¿Qué hace Ricardito todo este tiempo que no tenemos partidos? ¿Trabaja? Los resultados no lo avalan.
Yo sé que no toda la culpa es de él. Todos lo sabemos. Tenemos una Federación ineficaz (y ya se fue Burga), un campeonato pobre, jugadores borrachos y juergueros, dirigentes que no saben dónde están parados, entre otras muchas cosas. Para variar, es hasta gracioso que todos los años no sepamos en qué va a consistir el torneo nacional, pues siempre varía; mucho menos se ha podido repetir un modelo en dos años consecutivos. Es absurdo que al finalizar el año y, por ende, el campeonato, tengamos que recurrir a los programas de periodismo deportivo y ni ellos estén enterados de la forma exacta en que se define la Copa Movistar. Muy lamentable.
Entonces, habiendo mencionado todo lo anterior, tampoco se le justifica al señor Gareca. ¿Qué tal el ejemplo del “Cholo” Simeone? ¿Qué tal el ejemplo de Claudio Ranieri (director técnico de Leicester City)? Un ejemplo más cercano: Freddy Ternero, que en paz descanse. Tres claros ejemplos de arduo trabajo, de entrenamientos de
verdad, de esfuerzo con fe. Diego Simeone no ha necesitado de las estrellas que juegan en Barcelona ni en Real Madrid, él ha definido su sistema de juego y ha convencido a sus pupilos que es el mejor camino. Ellos le han creído, luego han creído en sí mismos y hoy son finalistas del torneo de clubes más competitivo del planeta, la Champions League. Digno de aplaudir.
Lo de Ranieri es excepcional. Ser el sexto club más barato de la Premier League y campeonar por encima de los cientos de millones de los 2 Manchester y Chelsea, como suele decirse, no tiene precio. Sobre todo por el humilde plantel con el que cuenta, jugadores que se pensaba ya no daban más en el fútbol profesional de Inglaterra, otros que fueron retirados de sus ex equipos por su avanzada edad. Claudio Ranieri no fue realista. Fue ambicioso, soñador, visionario. Pero estas tres cualidades quedaban en nada si no hubiera sido TRABAJADOR. El campeonato lo ganó incluso con anticipación pero le costó sangre, sudor y lágrimas, a él y a todos sus jugadores. Y hoy celebran el título.
Y la hazaña de Cienciano, con Freddy Ternero a la cabeza, es historia conocida. Nuestro máximo orgullo nacional a nivel de clubes, el único equipo peruano en lograr un título continental. Y es que el “Papá” tuvo el corazón de Alianza, la garra de Universitario y la raza de Cristal. La única diferencia es que trabajaron con perfil bajo y, sabiendo de sus limitaciones, fueron disciplinados y dieron lo mejor de cada uno en pos de obtener la Copa Sudamericana. Y tan grande fue su compromiso y esfuerzo que no pararon hasta ganar la Copa y Recopa. Pero trabajaron duro, no se echaron a dormir en cada descanso. Porque las ganas las tiene cualquiera, pero comprometerse hasta el final y trabajar de verdad, es el reto. No nos engañemos. No basta con las ganas.