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NERY SALDARRIAGA HERRERA: MADRE EJEMPLAR QUE ADECENTÓ LA POLíÂTICA LOCAL

Escribe: Semanario Expresión
Edición N° 1012

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Enfermera de profesión y docente universitaria, Nery Saldarriaga Herrera es hasta ahora la única mujer que ha llegado a ocupar la más alta representación del departamento. Fue dos veces elegida vicepresidenta regional y luego ocupó presidencia de Lambayeque. Su talante político es indudablemente una de sus más saltantes características, la que a lo largo de este tiempo ha sabido combinar con la labor de madre. En el hogar, la recta señora de disciplina y puntualidad inquebrantables, también ha sabido ser una mujer protectora de los suyos y exigente en la formación de sus hijos.

 

Nery Saldarriaga abre las puertas de su casa para conversar con Expresión sobre todo este trajinar, el que se inició muy temprano, cuando apenas tenía 22 años de edad e ingresó a trabajar a la Universidad de Lambayeque como jefa de prácticas.

 

Ha laborado en el Hospital Las Mercedes como enfermera pediátrica, fue regidora provincial de Chiclayo por Izquierda Unida, decana de la Facultad de Enfermería en la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo y lideresa gremial. Postuló al Congreso de la República en el 2011 y ahora está dedicada no solo contemplar con ojos engreidores a sus nietos, sino también a la Escuela de Formación Política del Partido Humanista Peruano.

 

Usted debió aprender a combinar la labor de profesional con la de madre. ¿Cómo fue ese aprendizaje?, ¿cuáles fueron los retos más difíciles de enfrentar?

Realmente para la mujer le es muy difícil enfrentar esta labor de madre con la de profesional, pero hay herramientas importantes que uno tiene que agotar para hacerlo lo mejor posible y una de ellas es la planificación de los espacios, de los tiempos, que permitan cumplir con todo. Otra es concientizar a la familia, al esposo y a los hijos, para que todos colaboren, para que así la mujer pueda ser una buena madre, una buena esposa y una buena profesional.

 

Entre los retos más grandes que yo he podido enfrentar está la maternidad. Yo fui siempre sensible y trabajé con niños en la parte asistencial y la maternidad incrementé esa sensibilidad. Como anécdota puedo decir que yo volví de la licencia post natal y estaba tan sensible que entre 7 u 8 de la mañana, en el hospital, en la sala de lactantes, a todos les puse mandil, desde las técnicas de enfermería hasta los empleados de limpieza. Teníamos 15 niños y en dos etapas cada uno debía tomar a un niño en brazos para darle el biberón, pero también para hacerle cariño y mimarlo.

 

Yo decía que era injusta la vida. Porque mientras yo hacía eso con niños ajenos mi hija se quedaba  en manos de una empleada. Yo estaba dándole amor a ese niño y me preguntaba si la empleada estaba dándole calor y amor a mi hija.

 

¿Qué herramientas para cumplir su labor de madre le proporcionaron su formación como profesional de la salud y luego como maestra?

Una de las herramientas importantes era la planificación el tema de la puntualidad y cuando mi esposo  y mis hijos estuvieron en capacidad de apoyar obviamente para mí eso fue sumamente importante. Como profesional de la salud en el tema de la limpieza yo era exagerada, siempre estaba pensando en que podía traer del hospital a la casa bacterias o virus, y eso siempre me ayudó a preocuparme para tener a mis hijos bien nutridos, cumpliendo con sus vacunas y que estén sanos.

 

¿Cuál cree que es hasta ahora la mayor satisfacción obtenida como madre?

Es el enorme reto de verlos crecer, de que se conviertan en personas útiles, en personas con capacidad de servicio, de trascender en ello en valores y en principios. Yo creo que es el enorme reto de una madre y de un padre, pero también la mayor satisfacción.

 

¿Cuáles fueron los valores que siempre procuró inculcar en sus hijos?

En valores siempre les inculqué la honradez, la veracidad, la puntualidad, la proactividad; que sean personas sencillas, humildes y con capacidad de servicio, que se conviertan poco a poco adultos útiles a la sociedad transmitiendo todos esos valores formados en el hogar.

 

Es Nery Saldarriaga una madre hacendosa? ¿Cuál es la ocupación doméstica que mejor ha desarrollado hasta ahora y cuál la más complicada?

El tema más complicado es el del orden y la limpieza, porque cuando no tienes quien te apoye para hacerlo lo haces, pero sientes que no es muy fácil. Yo no puedo vivir en desorden, no puedo vivir en algo sucio y eso he inculcado a mis hijos siempre que no es limpio el que limpia, sino es limpio el que no ensucia para que mantengan el orden en la casa y eso para mí fue una prueba de fuego.

 

En cuanto a la cocina, mi madre nos enseñó y se lo agradezco. Nosotros somos de Talara, vivíamos cercar al mar y como jovencitas queríamos ir a la playa, pero ella no nos dejaba sin antes haber aprendido a cocinar.

 

¿Cómo era Nery madre con sus hijos en la escuela?

Fue etapa muy linda y también de mucha responsabilidad. Mis primeros criterios fue guiarlos en sus tareas para ir inculcando en ellos responsabilidad, porque no siempre podía estar yo, porque trabajaba en salud preventiva y también en la universidad.

 

Mónica fue siempre muy responsable, Cecilia media marrajita, y cuando yo regresaba y no habían hecho la tarea no encendían la televisión. Lo más difícil fue cuando en la primaria habían actuaciones en horarios en los que yo trabajaba. Mi hija tenía toda la ilusión de salir en el baile y yo hablaba con una amiga para que la arregle porque yo no podía escaparme del trabajo temprano, a veces yo llegaba corriendo con mi bolso a la actuación y me sentaba y recién salía a participar mi hija así como también habían oportunidades que llegaba a las actuaciones pero ya había pasado la actuación de mi hija y tenía diciéndole que había llegado a tiempo.

 

Después de muchos años vi que Cecilia utilizó su diario para escribir una tarjeta por el Dia de la Madre en donde narraba el enorme significado que tiene para una niña el que su madre esté en el auditorio y lo digo porque ella escribió: “La buscaba entre todo el auditorio y no la encontraba hasta que por fin la ubiqué con su bolso y sus folders, y una vez que la encontré yo bailaba con más alegría porque mi madre había venido a verme”.

 

A veces las madres no valoran lo que para sus hijos significa ver ahí a sus padres. Yo sé que siempre no se puede, eso fue lo más difícil de mi vida en la etapa en que eran estudiantes mis niños, compartir eso y cumplir como madre.

 

¿Algún refrán o frase que siempre ha repetido para llamar la atención de sus hijos?

Lo que mi madre me enseñó: “Hay que decir la verdad aunque te caigan los palos”. Un día yo fui a una reunión y se tuvieron que quedar en casa, y tenía un jarrón bonito. Carlos, Carloncho mi hijo, estaba pequeño, pero ya hablaba, y las niñas estaban más grandes así que comenzaron a jugar vóley y rompieron el jarrón.

 

La más asustada era Cecilia y ella había sugerido que me digan que Carloncho lo había roto y Mónica le respondió: “Mi mama siempre nos ha dicho que hay que decir la verdad aunque nos caigan los palos”.  

 

Nunca fui persona de pegarles, los dejaba sin postre o sin televisión como castigo.

 

¿Cuál ha sido el momento más duro vivido con su familia?

Para mí fue la muerte de Magno, el papá de mis primeras hijas. Yo era enfermera, trabajaba en Las Mercedes, él era profesor, estudiante de Derecho y venía de Lambayeque cuando tuvo un accidente. Fue un triple choque y el único muerto él, yo tenía 29 años, Mónica tenía dos años y tres meses, y Cecilia tenía 11 meses de nacida. Para mí fue enfrentar la vida tan joven con dos criaturas y con la muerte de Magno entonces me convertí en madre y padre para mis hijas y me dije: “Voy a salir adelante”.

 

Años después me casé con Carlos y tuve mis dos hijos: Carlos y Carolina. El segundo momento doloroso para mí fue que yo tenía sueños con mi pareja. Carlos había vivido 14 años en Europa y yo conocí Europa pero por el trabajo como presidenta regional. Entonces soñaba con que al terminar el mandato y ya jubilada de la universidad podía dedicarme a viajar con él, incluso le propuse comprar un departamento para nosotros dos y le decía incluso que hasta podía cocinarle un día a la semana. No esperaba su muerte, sentí que mis sueños se habían roto en ese momento.

Tiempo después mi hija me hizo ver que la vida continuaba y que debía hacer lo que había soñado para que él esté contento de ver que pude hacer realidad mis anhelos.

 

¿Cómo tomaron sus hijos su ingreso a la política?

Inicié en el año 80, hace 37 años.  Mi hijos, a medida que fueron creciendo se convirtieron en mis aliados y eso sí, yo no hice nada para postular a un cargo que no fuera con la venia de ellos y de mi esposo; fueron mi soporte, porque eso implicaba muchas otras responsabilidades; fueron también mis críticos  e incluso Carlos me ayudó mucho a corregir mis errores de dicción.

 

Recuerdo que yo no iba a postular a la reelección acompañando a Yehude (Simon), pero en la convención del partido se presentó un memorial firmado por las bases para que acepte ir nuevamente a la vicepresidencia. Ese día, después del memorial empezaron los aplausos y Yehude me dijo: “Esperan una respuesta”. Acepté. Le comuniqué a mi familia en un almuerzo y Carlocho, mi hijo, en broma le dijo a su papá: “Grábala, dijo primero cuatro años y ahora se va cuatro años más”.

 

¿Qué le enoja como madre de la sociedad actual?

Que no se le reconozca a la madre el tiempo suficiente para que esté al lado de su niño como sí sucede en otros países. Aquí se ha aumentado la licencia de maternidad de 90 a 98 días, lo que me parece una ridiculez. Yo aspiro a que los gobiernos sean más comprensivos y, por lo menos, como sucede en Chile, se den seis meses de licencia post natal que es lo que dura la lactancia materna exclusiva, para que el niño comience a comer.

 

Por otro lado, me enojan las enormes inequidades de género que continúan pese a las luchas que hemos tenido.

 

¿Ha alcanzado todos sus sueños familiares?

No siempre es fácil pensar que uno ha alcanzado todos los sueños, tú sueñas con que tus hijos crezcan sanos y se conviertan en adultos, sueñas con que ellos formen sus propias vidas, con los nietos y los vas viendo. Sueñas de muchas formas, yo sueño que Dios me dé vida y salud para ver a mis biznietos y no sé si es mucho pedir, pero mi madre se murió a los 97 años y tuvo 30 nietos y 33 biznietos.

 

¿Y en lo personal, siente que ha cumplido todas sus metas?

Tampoco es fácil decir cumplí mis metas hasta acá. El ser humano siempre tiene metas y estas pueden ser de diferentes dimensiones, grandes o pequeñas. Por ejemplo, mi meta como persona siempre fue luchar contra la desnutrición infantil y en la función pública medirlo no siempre es posible. Esa satisfacción la he venido a tener en el ámbito privado, trabajando con la cooperación internacional que sí ha permitido desarrollar estos proyectos con las mujeres cafetaleras.

 

Otra meta que siempre tuve fue la Escuela de Formación Política del partido y recién la hemos concretado el año pasado.

 

¿Cuál es su reflexión por el Día de la Madre?

Una de las funciones que más enaltece a la mujer es la maternidad. Que la madre sea la que lleve dentro de su ser una nueva vida, que la sienta y que merced a su propia potencialidad la lance al mundo es un acto tan valioso, tan enorme, que hace que tengamos ese amor tan conmensurable hacia los hijos.

 

A esa madre humilde, a esa campesina, a esa madre profesional, a esa madre trabajadora, le deseo que luche por sus ideales y por sus metas de cualquier índole, por formar hijos realmente valiosos que puedan ayudar en el futuro a sus esposas, porque ahí terminaría el problema del machismo.

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