No es poca cosa lo que está pasando en la Municipalidad Provincial de Chiclayo. Hace unas semanas siete funcionarios renunciaron a seguir acompañando al alcalde David Cornejo Chinguel en su administración, y días después este semanario puso en evidencia algunas de las situaciones espinosas que precipitaron tal decisión. Injerencias desmedidas, abuso de confianza, malos asesoramientos y otras conductas que flaco favor le hacen a la gestión se pusieron sobre la mesa.
El día que Ruperto Castellanos Custodio y los otros seis funcionarios presentaron su carta de renuncia, Expresión y el diario La República fueron los únicos medios que recibieron de inmediato sus declaraciones, y en ellas, recuerdo muy bien, el ex gerente general del municipio de Chiclayo dijo algo que desde hace meses era más que una sospecha: “Hay quienes le calientan la cabeza al alcalde y lo hacen tomar malas decisiones”. Grabado está.
¿Quiénes son esas voces? Castellanos Custodio, quien hace más 14 años le cuidaba las espaldas al burgomaestre como abogado, prefirió ser cauto y no dar nombres, pero con el trascurrir de los días y al seguir ciertas pistas, empezaron a perfilarse identidades.
En el entorno de Cornejo Chinguel están, todos lo saben, los concejales Alfredo Montenegro, Boris Bartra, Juan Carlos Pérez y Luis Carlos Cabrejos, gente que no solo lo acompaña, sino que también da señales de aprobación a las decisiones que la autoridad toma, sean o no las correctas.
Le siguen funcionarios como Nilton Monje, jefe del Centro de Gestión Tributaria, y el alcance llega hasta la coordinadora de su despacho, Susana Culqui Pacaya, de quien en las últimas semanas nos hemos ocupado no porque haya “perversidad” contra ella, como lo ha escrito en la carta notarial que nos hizo llegar hace unos días, y tampoco porque queremos “petardear la gestión”, como ha señalado un camaleónico funcionario que ha estado con Dios y con el diablo en los fueros municipales.
Hemos puesto los ojos sobre el manejo de los recursos de la comuna porque, en principio, la ley nos asiste, pero además porque se trata del dinero de todos, el que se acumula con nuestros impuestos, el que debe ser correctamente empleado y justificado en su gasto. Consideramos que es esto último lo que no anda bien y en base a los documentos es que nos hemos atrevido a denunciar públicamente que es necesaria la intervención de los organismos de control.
Lógicamente habrá quienes piensen que los montos que maneja la Subgerencia de Coordinación de Alcaldía no son tan elevados como para levantar polvaredas con una investigación periodística, pero en Chiclayo, donde las lecciones se aprenden de a pocos, es necesario escudriñar hasta en el gasto del último Sol del tesoro público, porque de lo contrario dejaremos que la indiferencia nos gane y volveremos a sorprendernos como cuando vimos atónitos los fajos de billetes en el clóset de un exalcalde, hoy justamente investigado.
Como he dicho al inicio de esta opinión, lo que está pasando en el municipio no es poca cosa, porque en realidad existen razones de peso para mirar con los ojos de la preocupación el transitar de la administración Cornejo a 21 meses de haber asumido la conducción de la provincia.
La falta de un norte técnico y un plan sesudo de lo que se quiere para Chiclayo es evidente. Por citar un minúsculo ejemplo, esta semana se convocó a dos sesiones del concejo municipal para abordar una agenda que tenía como propósito aceptar la donación, bien intencionada sea de paso, de 17 libros para la biblioteca José Eufemio Lora y Lora, y para oír la exposición del funcionario encargado de Seguridad Ciudadana y Fiscalización sobre los resultados de su trabajo. Basta con recorrer las calles de centro, colmadas de ambulantes, negocios informales y desorden, para darse cuenta que el señor no tenía mucho que decir.
Hace semanas se convocó al concejo para aprobar que el regidor Alfredo Montenegro viaje a China para que pueda aprovechar los beneficios de una beca de estudios supuestamente gestionada por el alcalde a través de la Agencia Peruana de Cooperación Internacional – APCI. El concejo solo puede aprobar la ausencia de sus integrantes por asuntos estrictamente de representación inherentes al cargo, y lo de la gestión de la beca es un “Ave María” que no le pertenece al alcalde, sino a César Castro, conspicuo militante aprista, quien ha señalado una y otra vez, que es él el artífice de dicho beneficio para el regidor.
A esto se suma otra de las afirmaciones hechas por el exgerente municipal, y es que del dinero transferido por el CGT a la comuna, resultado de la recaudación de impuestos en el 2015, poco o nada se ha gastado en la ejecución de obras. La razón es simple: no hay equipo técnico, los estudios, perfiles y expedientes no califican los filtros del Sistema Nacional de Inversión Pública – SNIP, y la lentitud se lleva de encuentro a todos, incluso a quienes quieren hacer bien las cosas.
Faltan tres meses, 90 días, para que la gestión Cornejo llegue a la mitad del período edil y hasta ahora es mínimo lo que puede lucir, al menos en resultados tangibles para la ciudad.
Sobre el Terrapuerto, los pasos a desnivel, la modernización del transporte, el ordenamiento del comercio ambulatorio, la mejora de los espacios públicos, será mejor que sigamos soñando, porque dudo, lo digo con tristeza y amargura, que esta administración, que de tanta capacidad se vanaglorió, pueda hacerlos realidad.