No es solamente la belleza, el color y la frescura que puede dar una hilera de álamos, almendros o un bosquecillo de pinos, en una ciudad como la nuestra donde el calor de cada verano pareciera ser más intenso, sino que es la defensa natural contra la contaminación ambiental que producen las grandes cantidades de basura acumuladas en las calles de Chiclayo, el humo de los vehículos antiguos y las altas temperaturas del suelo de nuestra ciudad, cuya solución es cada vez más lejana.
El hombre es indesligable de la naturaleza, consecuentemente los árboles y los hombres forman parte de un mismo todo. “La ley del progreso” o de la evolución como lo explica Herbert Spencer, ha hecho que vayan desapareciendo magníficos árboles para dar paso a obras de infraestructura. La preocupación de nuestras autoridades en términos generales se centra en cemento y asfalto en el ánimo de mejorar la fisonomía de la ciudad, pero se olvida el “verdor” tan necesario para la vida pues, los árboles producen oxígeno, purifican el aire, reducen la temperatura del suelo, mejora el paisaje, generan un microclima influyendo íntegramente sobre el grado de radiación solar y ayudan a reducir el efecto invernadero.
Haciendo un recorrido por las calles y avenidas de Chiclayo vemos que es una ciudad sin ningún plan estratégico de crecimiento, tienen poco verde y mucho gris y el índice de área verde por habitante es de apenas 2.30 m 2/hab. cuando la OMS recomienda 12 m 2/hab. El área de Ornato de la Municipalidad Provincial de Chiclayo (MPCH) junto con la Dirección de Salud y de Educación deberán preparar un programa de forestación de los hoy inhóspitos Cerro Cruz de la Esperanza colindante con UPIS Vista Alegre, donde se ubica el Cristo que construyó Arturo Castillo, igualmente el cerro del P.J. Cerropón, áreas verdes en los pueblos jóvenes, un jardín botánico colindante a la planta de transferencia de residuos sólidos y el gran Parque Ecológico en un área de propiedad de la Fuerza Aérea del Perú que hoy es ereaza y que deberá ser cedida a la MPCH a través de un convenio.
Debemos propiciar defensas naturales contra la contaminación. Me imagino un Chiclayo verde, con árboles que rompan con la monotonía de “ chatas” edificaciones y lóbregas calles.
Claro la tarea no es fácil de la noche a la mañana, no aparecerán las “podadas” ramas de los recortados árboles de la Av. Salaverry, desaparecidos, para dar paso al “Paseo de los héroes”. O los frondosos árboles que servían como cortina que amenguaba los vientos en la Av. Andrés Townsend Ezcurra (Ex Garcilaso de la Vega), o los que igual función desempeñaban en la Av. Chinchaysuyo y tantos otros lugares de nuestra ciudad.
La “cadena verde” que proponemos incluirá la participación y el compromiso de la comunidad organizada por el área de participación popular de la MPCH. En Japón, hace muchísimos años, se propiciaron campañas similares que incluían el respeto y conservación de las plantas. Japón, hoy es el país que admira el visitante por su extraordinaria belleza natural.
Nosotros podemos generar un verdadero cambio en torno al medio ambiente de Chiclayo, en algunos años nuestra ciudad, será muy agradable y los niños de hoy nos lo agradecerán mañana.